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Sociedad, Humanidades y Actualidad
Ciudad de Buenos Aires: Tierra de Nadie !
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<blockquote data-quote="Sebasg1973" data-source="post: 408225" data-attributes="member: 2037"><p><span style="color: darkblue">Nota sacada en clarin hoy. Si son de Buenos Aires seguro encuentran su barrio, el mio esta. </span></p><p><span style="color: darkblue">Lamantablemente, esto es Buenos Aires hoy. Vale la pena leerla si viven o si quieren conocerla</span></p><p></p><p><em>La sensación de inseguridad que aqueja a los porteños –y a los argentinos en general– tiene un correlato firme en la realidad. Barrio a barrio, hora a hora, el recorrido que sigue el delito por las calles de Buenos Aires. El vecino más impune.</em></p><p></p><p>Un punto rojo. Otro punto. Y otro, y otro, y uno más. De tantos, se unen hasta dibujar una mancha sobre el papel cuadriculado que enmarca la ciudad de Buenos Aires. Cada punto, un delito enunciado. Sumados, advierten densidades que van desde el rojo al violeta, ahí, donde el día a día parece estar siendo derrotado por un hecho violento. Ahí está el motoquero de la City al que le roban la moto, la mujer desprevenida a quien le sacaron la billetera de la cartera sin que se diera cuenta en Florida y Corrientes. Los autos robados a lo largo de Moldes, Ciudad de la Paz o Amenábar, en pleno Belgrano, o sobre las vías rápidas de salida a la General Paz, como Rivadavia. </p><p></p><p>El rojo sobre el mapa también denuncia hechos más graves, como los homicidios en los alrededores de la estación Constitución y en Balvanera. Puntos calientes o, en el más aggiornado lenguaje de los estudios criminalísticos, hot points . Para el vecino común: la realidad (ninguna sensación) de que su calle se está haciendo cada vez más insegura. Muchas veces estos lugares se distribuyen a lo largo de los principales corredores del transporte público y se transforman en líneas calientes . O se concentran en conjuntos residenciales y pasan a ser vecindarios calientes . Son cuadras, manzanas, barrios enteros donde la gente vive en estado de permanente intranquilidad. Areas calientes o hot spots que queman en los despachos de los funcionarios que todavía consideran los delitos como parte de las estadísticas del tome y daca de la política. </p><p></p><p>En el medio, quedan los de siempre: las víctimas que padecieron un robo, lesiones, abusos, violaciones, crímenes. El tema es la inseguridad, que es una vecina indeseable. Ayudada por la impericia o la impunidad de quienes tienen que combatirla. Y, en cierto modo, por hastío y descreimiento de las víctimas: el 70 por ciento de los delitos no se denuncia. </p><p></p><p>Lo que da una proporción aún mayor cuando se cuantifican los que sí fueron denunciados y el resultado es igualmente desalentador. Puestos sobre un mapa en blanco, marcan una térmica que va rotando en diferentes épocas y a lo largo de un mismo día, de acuerdo con la oportunidad que ofrezca cada zona para el delito. No existen todavía mapas del delito oficiales. </p><p></p><p>El ministro de Seguridad de la Ciudad de Buenos Aires, Guillermo Montenegro, dice que forma parte importante de su plan de seguridad. "La prevención es justamente que el delito no se cometa", explica Montenegro, y da cuenta de las causas: "La mala distribución de la riqueza, la falta de iluminación, la falta de control de los espacios públicos. Pero todas las medidas específicas del tema –presencia policial o plan de seguridad– deben estar acompañadas de una política general, social, económica, de salud y de trabajo. La idea es que en vez de sensación de inseguridad haya una sensación de seguridad. Y éste es un trabajo de todos los actores: el Gobierno Nacional, el Gobierno provincial, el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, la Policía Federal, la Policía de la Provincia, las fuerzas de seguridad. Porque no se trata de que la gente de Buenos Aires viva en un gran barrio cerrado, dejando la inseguridad fuera de las fronteras. </p><p></p><p>Esa tampoco es la idea." Mientras tanto, sin embargo, el miedo sentó residencia en amplios sectores de la ciudad. Un análisis experimental realizado por el Centro de Información Metropolitana (CIM), de la Facultad de Arquitectura de la UBA, cruzando información de la Fiscalía General de la Nación, llegó a constatar cómo la mancha de mayor concentración de hurtos y robos se desliza, a diferentes horas, por distintas zonas de la ciudad: desde la parte central del micro y macrocentro hacia Belgrano, por la avenida Santa Fe y su continuación, Cabildo; y, hacia el oeste, por Rivadavia. Esta investigación, que consta en el libro El mapa del delito , de los arquitectos María Adela Igarzábal de Nistal, directora del CIM, y el ex decano de esa facultad, Juan Manuel Borthagaray, logra ubicar en el espacio la dinámica de distintos tipos delictivos, para seguirles los pasos por toda la ciudad. "¿Por qué una arquitecta decidió ocuparse del delito? Porque todo lo que tiene que ver con el diseño urbano está estrechamente ligado con la seguridad –explica Igarzábal de Nistal–. Calles con poca iluminación, con paredones que impiden la visualización, terrenos baldíos y tantos otros elementos propician el delito. </p><p></p><p>En el mismo sentido, la arquitectura y el urbanismo pueden hacer mucho para colaborar en la prevención del delito. Como en este caso, que cruzamos programas especiales de computación con los registros oficiales y pudimos ver, a título experimental, cómo los puntos donde se concentran los delitos son dinámicos, y se desplazan en la medida en que las horas y las calles facilitan la oportunidad de delinquir." </p><p></p><p>LA HORA SEÑALADA </p><p></p><p>Con esa información, Viva cruzó la realidad palpable, las experiencias concretas de la gente y los tiempos reales, con la crudeza de las cifras. Este es el mapa que resulta. </p><p></p><p>Florida, entre Córdoba y Corrientes. </p><p></p><p>Un triángulo de las bermudas de arrebatadores y punguistas. Florida es el principal desahogo peatonal de la zona bancaria de la City. Y receptora de gran cantidad de turistas y servicios informales afines, como vendedores ambulantes, los arbolitos que cambian dólares y euros, artesanos varios y artistas callejeros. </p><p></p><p>9.00 hs. Los que pierden son los oficinistas que cruzan por ahí con sus notebooks. "Hay una banda de tipos dando vueltas. Apelan al conocido 'tenés la ropa manchada' y cuando la persona reacciona con sorpresa, ya le manotearon la computadora", describe un comerciante de Florida. 12 a 17 hs. Cualquier esquina de Florida se muestra peligrosa. En el cruce con Viamonte, equidistante entre las entradas del shopping Galerías Pacífico, pican en punta los arrebatos. Entre los que se cuentan a los denominados motochorros que actúan, con más frecuencia, los sábados o domingos, cuando las calles del Microcentro están despejadas. "Pero en general, en moto o de a pie, los arrebatadores van a las carteras, las cadenitas de oro o los relojes", describe un vendedor. </p><p></p><p>Aunque lo común por Florida es la presencia de punguistas cuyas víctimas preferidas son las mujeres. "Actúan en las esquinas, durante el semáforo en rojo. Se ponen 2 o 3 tipos de cortina detrás de la mujer y le abren la cartera sin que se dé cuenta. Esto dura lo que tarda el semáforo en cambiar de luz. Las más desprevenidas son las turistas. Por eso, ves más pungas cuando vienen oleadas de extranjeros, como cuando llega un crucero al puerto", describe el mismo comerciante. Y no sólo eso. Los que trabajan en esta área describen otra modalidad. Son los que hacen una suerte de trabajo de inteligencia adentro del shopping de Córdoba y Florida. "Adentro marcan a las víctimas y las cruzan afuera. Suele ocurrir que la gente que pasa los ve o algún vendedor sale en defensa y te aseguro que los muelen a patadas. Por eso digo: son profesiones riesgosas las de estos muchachos", bromea. </p><p></p><p>De 10 a 16, Microcentro. </p><p></p><p>Siguen los arrebatos y el oportunismo. En pleno enero, en Reconquista y Paraguay, a las 10 de la mañana, una mujer estaba guardando algo en el baúl del auto y había dejado las ventanas bajas. Los testigos cuentan que pasó un pibe en moto, se metió por la ventanilla del conductor y le robó la cartera. Un hecho curioso fue el que sucedió en Reconquista y el Bajo, a mediados de febrero: un turista con su maleta en mano esperaba cruzar la calle. Pasaron dos hombres que tiraron al aire billetes falsos. El turista empezó a juntarlos creyendo que eran de verdad y descuidó su maleta. Se la robaron. En el corazón financiero, el horario bancario concentra multitudes. </p><p></p><p>Hay sedes de importantes empresas, financieras, servicios profesionales, organismos de gobierno. Un punto de partida puede ser Bartolomé Mitre y 25 de Mayo. En la ochava está el edificio del Ministerio del Interior; a una cuadra, la Side; un poco, más allá la Casa de Gobierno y el Banco de la Nación. Por una ventana entreabierta se descolgaron los ladrones que se llevaron 700 mil dólares en monedas de oro robadas hace un par de meses del principal banco de la Argentina. "Dejaron la soga colgando de esa ventana –señala un testigo– y saltaron arriba del techo del puesto de diario que está en la esquina." Eso fue durante un fin de semana, cuando la City –que tiene una bajísima población residente– se convierte en un desierto propicio para grandes golpes como los robos a oficinas. Eso ocurrió, por ejemplo, en el edificio de Bartolomé Mitre 311, cuando un hombre araña se trepó por los andamios que recubren el frente que está en obras. Ahora pusieron reflectores para la noche. </p><p></p><p>ME TOMO CINCO MINUTOS </p><p></p><p>Pero lo que abunda en los alrededores de este punto rojo son las salideras bancarias y los robos de motos y bicicletas de quienes trabajan en el rubro mensajería. En escasos cinco minutos puede desaparecer una moto, por ejemplo, en la cuadra de Bartolomé Mitre al 300. "Te parte el alma ver cómo lloran los muchachos cuando vuelven de dejar los sobres y ven que les robaron la moto o la bicicleta", confirma Cristian Abu, un comerciante de la zona. Los ladrones suelen andar de a dos. Si el motoquero, por caso, entra a un banco, lo marcan . </p><p></p><p>Uno va detrás de él para ver si se va a demorar haciendo cola y le avisa al que se quedó afuera, que tendrá tiempo para destrabar el seguro y llevarse el vehículo. </p><p></p><p></p><p>Mito urbano o realidad, los motoqueros que andan por el Microcentro coinciden en que hay una combi blanca donde se cargan las motos robadas. "Las suben y ahí mismo las desarman. Todos sabemos dónde están los desarmaderos, pero si vas a buscar la que te robaron, sólo encontrás las partes. </p><p></p><p>También nos dijeron que las dejan en el subsuelo de algún estacionamiento por si las están buscando con el rastreador satelital. Y si nadie las va a buscar, se las llevan", relata Mariano, un motoquero. Si se amplía el foco a todo el Microcentro, entre Paraguay, Perón, Reconquista y Carlos Pellegrini, el robo de motos está a la orden del día. En Sarmiento y Reconquista, a media cuadra del Ministerio de Justicia de la Nación, se juntan motoqueros de las mensajerías que hay por la zona. Javier Giardino, de 35 años, tiene un triste récord personal: "Llevo 50 mil pesos perdidos. Me robaron tres motos, la última era una Honda. Había llevado una cédula judicial a una oficina. </p><p></p><p>Dejé la moto en la puerta, subí corriendo las escaleras al primer piso, para no esperar el ascensor, dejé el sobre y bajé. No tardé más de cinco minutos. Cuando volví, la moto no estaba". Una cuadra favorita para este tipo de robos parece ser la de Viamonte al 1500, donde se encuentra el Consejo Profesional de Ciencias Económicas: "De ahí se llevaron varias motos. Ahora aflojaron un poco", asegura Pablo. </p><p></p><p>Belgrano, mañana, tarde y noche. </p><p></p><p>Saliendo del barullo de hombres trajeados y motos esquivando peatones, en el barrio de Belgrano, la situación se extiende y agudiza a otros delitos. </p><p></p><p>12.30 hs. Cabildo y Virrey del Pino . A Natalia Zamboni, encargada de un local de ropa ubicado en la ochava, la asaltaron dos veces. La primera fue un sábado a las 10 de la mañana cuando abría el negocio. "Era un pibe. Se me vino encima cuando estaba metiendo la llave en la cerradura. No sé si estaba armado pero me hizo el gesto de que tenía un arma entre la ropa. Entró conmigo, se llevó la plata de la recaudación del día anterior y se fue. </p><p></p><p>" El segundo robo fue más violento y en pleno mediodía, con el local lleno. Esa vez fueron dos muchachos. Uno se quedó en la puerta de campana, el otro ingresó armado, cerró la puerta y encerró a empleadas y clientas en un cuarto trasero. "Querían plata. Un taxista que estaba parado enfrente vio la situación y llamó a la policía. Cuando llegó el patrullero, ya se habían ido." No parece haber muchos negocios de Cabildo que hayan escapado a los robos. Y más allá de la seguridad privada que cada uno pueda contratar, es importante la solidaridad mutua: el florista que vigila, el de la venta de camperas que apoya, el de electrónica que está atento a los movimientos de extraños y el que vende frutas en la esquina que aporta lo suyo. </p><p></p><p>13 a 17 hs. Virrey Arredondo entre Moldes y Ciudad de la Paz. Jorge , un encargado de la cuadra de Arredondo al 2600 tiene que estar vigilando todo el día. "En el edificio entraron a robar en una empresa de informática. Fue a punta de pistola, se llevaron dos notebooks y plata. Del garage, desapareció una bicicleta y sacaron el teléfono que tengo en la cabina de planta baja." La cuadra es lindera con la plaza Juan José Paso, una lonja de terreno verde que se alarga por Moldes desde Virrey Olaguer y Feliú hasta Federico Lacroze, en la estación Colegiales. En ese perímetro están los galpones del ferrocarril y se volvió especialmente inseguro, según los vecinos. </p><p></p><p>La hora de la siesta parece ser la más traicionera. "Es peligroso salir, tenés que andar mirando para todos lados", confirma un señora que vive en Moldes y Arredondo. Y recuerda algunos robos que conmocionaron en los últimos tiempos al vecindario: una noche entraron por el balcón a un departamento de Arredondo al 2600 y lo desvalijaron. En un edificio de la calle Moldes entraron desde una obra en construcción. </p><p></p><p>ESTACIONAR, UN ACTO DE CORAJE </p><p></p><p>Sin embargo, en estos días lo que más preocupa a los vecinos de Belgrano es que Moldes, Amenábar y Ciudad de la Paz son especialmente complicadas para dejar el auto estacionado. Las tres se encuentran al tope de las calles con mayor índice de robo de autos de toda la Capital, según datos del Centro de Experimentación y Seguridad Vial (Cesvi). </p><p></p><p>"Tienen salida directa hacia Lacroze o hacia General Paz", explica un vecino al que le robaron su auto. Cabildo y Juramento, 24 horas . Abundan los arrebatadores, pero también hubo algunos golpes importantes. "La semana pasada robaron una joyería en un fin de semana desvalijaron un local de lencería", recuenta un vecino. Los comerciantes asaltados prefieren no dar demasiados detalles. "Si digo que me roban no viene nadie más a comprarme nada", argumenta uno. Y confirma: "Arrebatos hay todos los días y a toda hora. Y cuando hay fechas especiales, como el Día de la Madre, aumenta la actividad de esta gente". El mozo de una confitería de la zona asegura que después de las ocho de la noche, por Cabildo, los locales empiezan a bajar las persianas: "La cosa se pone pesada, hay gente rara dando vueltas y está el problema de los chiquitos que andan todo el día con la bolsita de pegamento". </p><p></p><p>Caballito y Flores. </p><p></p><p>Efervescente centro comercial en el corazón de la geografía porteña. Y ahora, también, zona de temer. 17 a 20 hs. Rivadavia y Acoyte . A fines de 2007, los vecinos hicieron diversos reclamos por los reiterados robos en departamentos en la zona del Parque Rivadavia, especialmente. Las denuncias incluyen arrebatos de carteras y asaltos a comercios en la zona caliente de Rivadavia y José María Moreno. Se suman los robos a supermercados chinos que se instalaron en este barrio y asaltos a mano armada por las calles vecinas a la avenida Rivadavia. </p><p></p><p>"Hay que tener cuidado a toda hora, pero el horario de la tarde –cuando hay más gente en la calle, sobre todo en época de clases – es cuando arrecian los arrebatos", dice una vecina de Rivadavia al 5500. A Mabel, que vive en Ramón Falcón y Puán, le robaron amenazándola con un arma en la puerta de su casa, cuando volvía de dar clases y todavía no había anochecido. El corredor de Puán, desde Directorio a Rivadavia, suele tener bastante movimiento por la Facultad de Filosofía, en Puán al 400. Pero de noche, las calles laterales se convierten en una boca de lobo. Precisamente Yerbal y Ramón Falcón, a ambos lados de Rivadavia, se convirtieron en las calles donde más robos de autos se documentaron en el último año. </p><p></p><p>Avenida Corrientes, al caer el sol. </p><p></p><p>De regreso hacia el Centro, Corrientes y Callao es una zona con alta concentración de personas traídas por la oferta de espectáculos, teatros, cines, restoranes y comercios de todo tipo. A las 18.30, Linda Sassoon salía de un teatro donde había ido con sus dos hijos a ver una obra infantil. En el tumulto de gente, mientras esperaba un taxi, le abrieron la cartera y le robaron la billetera. "Era una cartera tipo bandolera, donde llevaba los pañales de la beba. No me di cuenta de nada. Recién supe que me habían robado cuando el taxi llegó a mi casa y yo no tenía cómo pagarle." Las calles céntricas se convierten casi en intransitables cuando las luces de las marquesinas se apagan hasta el otro día, y el Centro se tiñe de negro, vistiendo de sombras a cualquier silueta. "Cuando salgo del teatro tengo la precaución de llamar a un radiotaxi. Ya me pasó una vez de haber tomado uno al tuntún en Corrientes y Paraná, y en un semáforo se subieron dos tipos y me robaron. Por suerte, tuve que lamentar solamente plata", cuenta Néstor, un habitué de los espectáculos de la calle Corrientes. </p><p></p><p>TRAMPA MORTAL </p><p></p><p>Pero si los relatos de robos ya casi no conmueven a nadie, hay una categoría de delitos que no dejan fiel sin erizar: los que terminan con la muerte de la víctima, a veces sin siquiera oponer resistencia. </p><p></p><p>23 a 05.00 hs. Balvanera. Es el barrio donde se registra la mayor cantidad de denuncias por homicidio. Más precisamente, el 80 por ciento de estas denuncias está encuadrado en un área delimitada por Matheu, Hipólito Yrigoyen, Rincón y la avenida Belgrano. Por sus calles, en los alrededores el Spinetto Shopping, corre un raconto de historias que hielan la sangre. Como la del domingo 24 de febrero, durante el corso del carnaval, cuando degollaron a un hombre con el filo de una botella rota: llegaron cinco patrulleros cuando ya la sangre era un charco en la vereda. Y una semana antes habían matado a otra persona en la esquina de Estados Unidos y Pasco con un puntazo certero en el corazón. Los relatos, escalofriantes todos, parecen salidos de cuentos policiales. Pero son la realidad que se vive en este perímetro de la ciudad. Y eso, sin contar a los chinos del supermercado del barrio: "Los tienen de punto", se lamenta un vecino. </p><p></p><p>"Ya les afanaron dos veces en un mes; en la última, les entraron dos tipos con itakas." Los policías que patrullan la zona confirman la estadística vecinal. ¿Causas? Varias. Hay galpones y depósitos abandonados; casas tomadas donde además de gente necesitada, hay otros que las usan de guaridas. Y también, las peleas entre las patotas que saltaron a los diarios: la banda de Balvanera se enfrenta con la banda de Congreso y queda el tendal. Roberto tiene su parada de diarios en Pichincha y Alsina desde 1991. Se enteró de que su colega de la otra cuadra recibió un golpe de caño para sacarle la plata del reparto. </p><p></p><p>Fue unos domingos atrás, cuando el sol depuntaba. La zona, dicen, es tierra de nadie a las seis de la mañana. "La situación es bastante caótica en la madrugada. Hay patotas y cada vez que pasa algo, llamamos a la Policía. Pero lógicamente el canillita, estando solo la mañana, el miedo lo sufre. No hay policías que cubran la zona en cantidad suficiente para lo que aumentaron el robo, la droga y la vagancia", se embala Roberto. "El horario de reparto empieza a las cinco, pero aquí empezamos a las seis porque antes es tierra de nadie. A mi hija, cuando empezó, le robaron dos veces en la parada." </p><p></p><p>Barracas al sur </p><p></p><p>4.00 a 6.30 hs. Osvaldo Cruz al 2900. María Coronel los escucha andar por su terraza. Cada paso, cada salto, intentando vulnerar alguna entrada de su casa en Barracas. No es la única que los escucha andar rondando las azoteas, pero es una de las pocas vecinas del barrio que los enfrenta. Una noche llegaba su vivienda y un chico se descolgaba de la terraza: "No se preocupe, doña, que no le llevo nada", le dijo. </p><p></p><p>Ella lo encaró, el pibe salió corriendo. "Todas las noches, durante los últimos 15 días, intentaron entrar. Desde las 4 a las 6.30 los escuchás que andan por ahí. Se trepan por el árbol que hay en la puerta. Cando recién me mudé no tenía ninguna precaución y dejaba abierta la puerta que va de la cocina al patio. Entraron y se llevaron dinero y una campera. Ahora tomo mis recaudos", dice María. Pero no es lo único que pasa por Luzuriaga y Osvaldo Cruz. </p><p></p><p>En el afán por robarse los caños de una casa deshabitada, los vecinos tuvieron que llamar a Defensa Civil porque el escape de gas provocado por los ladrones de plomo puso en riesgo a todo el vecindario. "Podríamos haber volado por el aire", remata María. Gastón de Izurco tiene un local de venta de comidas para perros en Iriarte y Perdriel. "¿Si tengo robos? Los ladrones entran más que yo a mi casa", ironiza. "La gente está atemorizada. Salimos a la calle, reclamamos, te ponen policías por un tiempo y después vuelve todo a la nada." </p><p></p><p>REHEN EN CASA PROPIA </p><p></p><p>Robos violentos. Estos son los que desvelan a los vecinos de Barracas. A mediados de febrero una familia que vive en Perdriel al 1300 sufrió un verdadero calvario cuando fueron tomados de rehenes, sufrieron simulacros de fusilamiento, golpes y torturas. Los ladrones habían interceptado a parte de la familia en Avellaneda, camino a casa. Y de ahí en más, todo fue un horror. Iban con un auto de apoyo, entre ellos se comunicaban por handy y una vez adentro de la casa de Barracas, revolvieron todo en busca de dinero, sometiendo a la familia a todo tipo de violencia. El botín de una noche de espanto ropa, zapatillas, cds, computadora, joyas, reproductores de dvd y controles remotos) fue cargado en la camioneta de la familia que estaba estacionada en la vereda. </p><p></p><p>El barrio tampoco olvida el crimen de Ezequiel Milito, de 29 años, asesinado en marzo de 2006 cuando volvía de hacer las compras con su mujer y su pequeña beba, que tenía 3 meses. En la puerta de su casa, en California al 2800, Milito iba a abrir la puerta cuando tres ladrones los amenazaron con un arma. Acaso por defender a sus amores, Milito se resistió y le pegaron un balazo en el pecho. Murió en el acto. María Cerino vive en Luzuriaga e Iriarte, frente a un parque de tres manzanas y media que, dice, no puede disfrutar, a pesar de la arboleda que invita al descanso. Esta zona de Barracas está poblada de lindos chalets y casas bajas, que los vecinos ven devaluarse a causa de la inseguridad que reina en las calles. Y a pesar de la garita que, a fuerza de reclamos, la Policía instaló en una esquina, y de las rondas policiales que se acentuaron a partir de la toma de rehenes. Para los vecinos estas rondas son pura espuma. Y algún día, suponen, las calles se verán liberadas nuevamente de presencia policial. "No hay un día en que en esta zona no haya un asalto. Vivimos enrejados y atemorizados", dice María. Y apunta hacia la villa que queda a pocas cuadras de ahí: "Nadie pide represión sino que se haga algo, un plan coherente e integral, para que la gente no siga encerrada y atemorizada las veinticuatro horas. </p><p></p><p>" El titular de la Fiscalía General de la Ciudad de Buenos Aires, Germán Garavano, trazó los primeros mapas de las contravenciones –disputas entre vecinos, casas tomadas, tenencia de armas– que se cometen en la Capital. "Nosotros empezamos con un trabajo que privilegia básicamente los métodos alternativos, como el servicio de mediación gratuita e inmediata y el asesoramiento por personal capacitado." Se puede tener una base gráfica digital de toda el área metropolitana –y también de todo el país – con el pulso, hora a hora, del delito. Se puede pedir el traspaso de la Policía a la Capital. Se la puede ceder. O no. Depende de los vaivenes políticos del momento. Lo cierto es que en el medio, el que sigue sin tener una respuesta es el ciudadano.</p></blockquote><p></p>
[QUOTE="Sebasg1973, post: 408225, member: 2037"] [color=darkblue]Nota sacada en clarin hoy. Si son de Buenos Aires seguro encuentran su barrio, el mio esta. Lamantablemente, esto es Buenos Aires hoy. Vale la pena leerla si viven o si quieren conocerla[/color] [i]La sensación de inseguridad que aqueja a los porteños –y a los argentinos en general– tiene un correlato firme en la realidad. Barrio a barrio, hora a hora, el recorrido que sigue el delito por las calles de Buenos Aires. El vecino más impune.[/i] Un punto rojo. Otro punto. Y otro, y otro, y uno más. De tantos, se unen hasta dibujar una mancha sobre el papel cuadriculado que enmarca la ciudad de Buenos Aires. Cada punto, un delito enunciado. Sumados, advierten densidades que van desde el rojo al violeta, ahí, donde el día a día parece estar siendo derrotado por un hecho violento. Ahí está el motoquero de la City al que le roban la moto, la mujer desprevenida a quien le sacaron la billetera de la cartera sin que se diera cuenta en Florida y Corrientes. Los autos robados a lo largo de Moldes, Ciudad de la Paz o Amenábar, en pleno Belgrano, o sobre las vías rápidas de salida a la General Paz, como Rivadavia. El rojo sobre el mapa también denuncia hechos más graves, como los homicidios en los alrededores de la estación Constitución y en Balvanera. Puntos calientes o, en el más aggiornado lenguaje de los estudios criminalísticos, hot points . Para el vecino común: la realidad (ninguna sensación) de que su calle se está haciendo cada vez más insegura. Muchas veces estos lugares se distribuyen a lo largo de los principales corredores del transporte público y se transforman en líneas calientes . O se concentran en conjuntos residenciales y pasan a ser vecindarios calientes . Son cuadras, manzanas, barrios enteros donde la gente vive en estado de permanente intranquilidad. Areas calientes o hot spots que queman en los despachos de los funcionarios que todavía consideran los delitos como parte de las estadísticas del tome y daca de la política. En el medio, quedan los de siempre: las víctimas que padecieron un robo, lesiones, abusos, violaciones, crímenes. El tema es la inseguridad, que es una vecina indeseable. Ayudada por la impericia o la impunidad de quienes tienen que combatirla. Y, en cierto modo, por hastío y descreimiento de las víctimas: el 70 por ciento de los delitos no se denuncia. Lo que da una proporción aún mayor cuando se cuantifican los que sí fueron denunciados y el resultado es igualmente desalentador. Puestos sobre un mapa en blanco, marcan una térmica que va rotando en diferentes épocas y a lo largo de un mismo día, de acuerdo con la oportunidad que ofrezca cada zona para el delito. No existen todavía mapas del delito oficiales. El ministro de Seguridad de la Ciudad de Buenos Aires, Guillermo Montenegro, dice que forma parte importante de su plan de seguridad. "La prevención es justamente que el delito no se cometa", explica Montenegro, y da cuenta de las causas: "La mala distribución de la riqueza, la falta de iluminación, la falta de control de los espacios públicos. Pero todas las medidas específicas del tema –presencia policial o plan de seguridad– deben estar acompañadas de una política general, social, económica, de salud y de trabajo. La idea es que en vez de sensación de inseguridad haya una sensación de seguridad. Y éste es un trabajo de todos los actores: el Gobierno Nacional, el Gobierno provincial, el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, la Policía Federal, la Policía de la Provincia, las fuerzas de seguridad. Porque no se trata de que la gente de Buenos Aires viva en un gran barrio cerrado, dejando la inseguridad fuera de las fronteras. Esa tampoco es la idea." Mientras tanto, sin embargo, el miedo sentó residencia en amplios sectores de la ciudad. Un análisis experimental realizado por el Centro de Información Metropolitana (CIM), de la Facultad de Arquitectura de la UBA, cruzando información de la Fiscalía General de la Nación, llegó a constatar cómo la mancha de mayor concentración de hurtos y robos se desliza, a diferentes horas, por distintas zonas de la ciudad: desde la parte central del micro y macrocentro hacia Belgrano, por la avenida Santa Fe y su continuación, Cabildo; y, hacia el oeste, por Rivadavia. Esta investigación, que consta en el libro El mapa del delito , de los arquitectos María Adela Igarzábal de Nistal, directora del CIM, y el ex decano de esa facultad, Juan Manuel Borthagaray, logra ubicar en el espacio la dinámica de distintos tipos delictivos, para seguirles los pasos por toda la ciudad. "¿Por qué una arquitecta decidió ocuparse del delito? Porque todo lo que tiene que ver con el diseño urbano está estrechamente ligado con la seguridad –explica Igarzábal de Nistal–. Calles con poca iluminación, con paredones que impiden la visualización, terrenos baldíos y tantos otros elementos propician el delito. En el mismo sentido, la arquitectura y el urbanismo pueden hacer mucho para colaborar en la prevención del delito. Como en este caso, que cruzamos programas especiales de computación con los registros oficiales y pudimos ver, a título experimental, cómo los puntos donde se concentran los delitos son dinámicos, y se desplazan en la medida en que las horas y las calles facilitan la oportunidad de delinquir." LA HORA SEÑALADA Con esa información, Viva cruzó la realidad palpable, las experiencias concretas de la gente y los tiempos reales, con la crudeza de las cifras. Este es el mapa que resulta. Florida, entre Córdoba y Corrientes. Un triángulo de las bermudas de arrebatadores y punguistas. Florida es el principal desahogo peatonal de la zona bancaria de la City. Y receptora de gran cantidad de turistas y servicios informales afines, como vendedores ambulantes, los arbolitos que cambian dólares y euros, artesanos varios y artistas callejeros. 9.00 hs. Los que pierden son los oficinistas que cruzan por ahí con sus notebooks. "Hay una banda de tipos dando vueltas. Apelan al conocido 'tenés la ropa manchada' y cuando la persona reacciona con sorpresa, ya le manotearon la computadora", describe un comerciante de Florida. 12 a 17 hs. Cualquier esquina de Florida se muestra peligrosa. En el cruce con Viamonte, equidistante entre las entradas del shopping Galerías Pacífico, pican en punta los arrebatos. Entre los que se cuentan a los denominados motochorros que actúan, con más frecuencia, los sábados o domingos, cuando las calles del Microcentro están despejadas. "Pero en general, en moto o de a pie, los arrebatadores van a las carteras, las cadenitas de oro o los relojes", describe un vendedor. Aunque lo común por Florida es la presencia de punguistas cuyas víctimas preferidas son las mujeres. "Actúan en las esquinas, durante el semáforo en rojo. Se ponen 2 o 3 tipos de cortina detrás de la mujer y le abren la cartera sin que se dé cuenta. Esto dura lo que tarda el semáforo en cambiar de luz. Las más desprevenidas son las turistas. Por eso, ves más pungas cuando vienen oleadas de extranjeros, como cuando llega un crucero al puerto", describe el mismo comerciante. Y no sólo eso. Los que trabajan en esta área describen otra modalidad. Son los que hacen una suerte de trabajo de inteligencia adentro del shopping de Córdoba y Florida. "Adentro marcan a las víctimas y las cruzan afuera. Suele ocurrir que la gente que pasa los ve o algún vendedor sale en defensa y te aseguro que los muelen a patadas. Por eso digo: son profesiones riesgosas las de estos muchachos", bromea. De 10 a 16, Microcentro. Siguen los arrebatos y el oportunismo. En pleno enero, en Reconquista y Paraguay, a las 10 de la mañana, una mujer estaba guardando algo en el baúl del auto y había dejado las ventanas bajas. Los testigos cuentan que pasó un pibe en moto, se metió por la ventanilla del conductor y le robó la cartera. Un hecho curioso fue el que sucedió en Reconquista y el Bajo, a mediados de febrero: un turista con su maleta en mano esperaba cruzar la calle. Pasaron dos hombres que tiraron al aire billetes falsos. El turista empezó a juntarlos creyendo que eran de verdad y descuidó su maleta. Se la robaron. En el corazón financiero, el horario bancario concentra multitudes. Hay sedes de importantes empresas, financieras, servicios profesionales, organismos de gobierno. Un punto de partida puede ser Bartolomé Mitre y 25 de Mayo. En la ochava está el edificio del Ministerio del Interior; a una cuadra, la Side; un poco, más allá la Casa de Gobierno y el Banco de la Nación. Por una ventana entreabierta se descolgaron los ladrones que se llevaron 700 mil dólares en monedas de oro robadas hace un par de meses del principal banco de la Argentina. "Dejaron la soga colgando de esa ventana –señala un testigo– y saltaron arriba del techo del puesto de diario que está en la esquina." Eso fue durante un fin de semana, cuando la City –que tiene una bajísima población residente– se convierte en un desierto propicio para grandes golpes como los robos a oficinas. Eso ocurrió, por ejemplo, en el edificio de Bartolomé Mitre 311, cuando un hombre araña se trepó por los andamios que recubren el frente que está en obras. Ahora pusieron reflectores para la noche. ME TOMO CINCO MINUTOS Pero lo que abunda en los alrededores de este punto rojo son las salideras bancarias y los robos de motos y bicicletas de quienes trabajan en el rubro mensajería. En escasos cinco minutos puede desaparecer una moto, por ejemplo, en la cuadra de Bartolomé Mitre al 300. "Te parte el alma ver cómo lloran los muchachos cuando vuelven de dejar los sobres y ven que les robaron la moto o la bicicleta", confirma Cristian Abu, un comerciante de la zona. Los ladrones suelen andar de a dos. Si el motoquero, por caso, entra a un banco, lo marcan . Uno va detrás de él para ver si se va a demorar haciendo cola y le avisa al que se quedó afuera, que tendrá tiempo para destrabar el seguro y llevarse el vehículo. Mito urbano o realidad, los motoqueros que andan por el Microcentro coinciden en que hay una combi blanca donde se cargan las motos robadas. "Las suben y ahí mismo las desarman. Todos sabemos dónde están los desarmaderos, pero si vas a buscar la que te robaron, sólo encontrás las partes. También nos dijeron que las dejan en el subsuelo de algún estacionamiento por si las están buscando con el rastreador satelital. Y si nadie las va a buscar, se las llevan", relata Mariano, un motoquero. Si se amplía el foco a todo el Microcentro, entre Paraguay, Perón, Reconquista y Carlos Pellegrini, el robo de motos está a la orden del día. En Sarmiento y Reconquista, a media cuadra del Ministerio de Justicia de la Nación, se juntan motoqueros de las mensajerías que hay por la zona. Javier Giardino, de 35 años, tiene un triste récord personal: "Llevo 50 mil pesos perdidos. Me robaron tres motos, la última era una Honda. Había llevado una cédula judicial a una oficina. Dejé la moto en la puerta, subí corriendo las escaleras al primer piso, para no esperar el ascensor, dejé el sobre y bajé. No tardé más de cinco minutos. Cuando volví, la moto no estaba". Una cuadra favorita para este tipo de robos parece ser la de Viamonte al 1500, donde se encuentra el Consejo Profesional de Ciencias Económicas: "De ahí se llevaron varias motos. Ahora aflojaron un poco", asegura Pablo. Belgrano, mañana, tarde y noche. Saliendo del barullo de hombres trajeados y motos esquivando peatones, en el barrio de Belgrano, la situación se extiende y agudiza a otros delitos. 12.30 hs. Cabildo y Virrey del Pino . A Natalia Zamboni, encargada de un local de ropa ubicado en la ochava, la asaltaron dos veces. La primera fue un sábado a las 10 de la mañana cuando abría el negocio. "Era un pibe. Se me vino encima cuando estaba metiendo la llave en la cerradura. No sé si estaba armado pero me hizo el gesto de que tenía un arma entre la ropa. Entró conmigo, se llevó la plata de la recaudación del día anterior y se fue. " El segundo robo fue más violento y en pleno mediodía, con el local lleno. Esa vez fueron dos muchachos. Uno se quedó en la puerta de campana, el otro ingresó armado, cerró la puerta y encerró a empleadas y clientas en un cuarto trasero. "Querían plata. Un taxista que estaba parado enfrente vio la situación y llamó a la policía. Cuando llegó el patrullero, ya se habían ido." No parece haber muchos negocios de Cabildo que hayan escapado a los robos. Y más allá de la seguridad privada que cada uno pueda contratar, es importante la solidaridad mutua: el florista que vigila, el de la venta de camperas que apoya, el de electrónica que está atento a los movimientos de extraños y el que vende frutas en la esquina que aporta lo suyo. 13 a 17 hs. Virrey Arredondo entre Moldes y Ciudad de la Paz. Jorge , un encargado de la cuadra de Arredondo al 2600 tiene que estar vigilando todo el día. "En el edificio entraron a robar en una empresa de informática. Fue a punta de pistola, se llevaron dos notebooks y plata. Del garage, desapareció una bicicleta y sacaron el teléfono que tengo en la cabina de planta baja." La cuadra es lindera con la plaza Juan José Paso, una lonja de terreno verde que se alarga por Moldes desde Virrey Olaguer y Feliú hasta Federico Lacroze, en la estación Colegiales. En ese perímetro están los galpones del ferrocarril y se volvió especialmente inseguro, según los vecinos. La hora de la siesta parece ser la más traicionera. "Es peligroso salir, tenés que andar mirando para todos lados", confirma un señora que vive en Moldes y Arredondo. Y recuerda algunos robos que conmocionaron en los últimos tiempos al vecindario: una noche entraron por el balcón a un departamento de Arredondo al 2600 y lo desvalijaron. En un edificio de la calle Moldes entraron desde una obra en construcción. ESTACIONAR, UN ACTO DE CORAJE Sin embargo, en estos días lo que más preocupa a los vecinos de Belgrano es que Moldes, Amenábar y Ciudad de la Paz son especialmente complicadas para dejar el auto estacionado. Las tres se encuentran al tope de las calles con mayor índice de robo de autos de toda la Capital, según datos del Centro de Experimentación y Seguridad Vial (Cesvi). "Tienen salida directa hacia Lacroze o hacia General Paz", explica un vecino al que le robaron su auto. Cabildo y Juramento, 24 horas . Abundan los arrebatadores, pero también hubo algunos golpes importantes. "La semana pasada robaron una joyería en un fin de semana desvalijaron un local de lencería", recuenta un vecino. Los comerciantes asaltados prefieren no dar demasiados detalles. "Si digo que me roban no viene nadie más a comprarme nada", argumenta uno. Y confirma: "Arrebatos hay todos los días y a toda hora. Y cuando hay fechas especiales, como el Día de la Madre, aumenta la actividad de esta gente". El mozo de una confitería de la zona asegura que después de las ocho de la noche, por Cabildo, los locales empiezan a bajar las persianas: "La cosa se pone pesada, hay gente rara dando vueltas y está el problema de los chiquitos que andan todo el día con la bolsita de pegamento". Caballito y Flores. Efervescente centro comercial en el corazón de la geografía porteña. Y ahora, también, zona de temer. 17 a 20 hs. Rivadavia y Acoyte . A fines de 2007, los vecinos hicieron diversos reclamos por los reiterados robos en departamentos en la zona del Parque Rivadavia, especialmente. Las denuncias incluyen arrebatos de carteras y asaltos a comercios en la zona caliente de Rivadavia y José María Moreno. Se suman los robos a supermercados chinos que se instalaron en este barrio y asaltos a mano armada por las calles vecinas a la avenida Rivadavia. "Hay que tener cuidado a toda hora, pero el horario de la tarde –cuando hay más gente en la calle, sobre todo en época de clases – es cuando arrecian los arrebatos", dice una vecina de Rivadavia al 5500. A Mabel, que vive en Ramón Falcón y Puán, le robaron amenazándola con un arma en la puerta de su casa, cuando volvía de dar clases y todavía no había anochecido. El corredor de Puán, desde Directorio a Rivadavia, suele tener bastante movimiento por la Facultad de Filosofía, en Puán al 400. Pero de noche, las calles laterales se convierten en una boca de lobo. Precisamente Yerbal y Ramón Falcón, a ambos lados de Rivadavia, se convirtieron en las calles donde más robos de autos se documentaron en el último año. Avenida Corrientes, al caer el sol. De regreso hacia el Centro, Corrientes y Callao es una zona con alta concentración de personas traídas por la oferta de espectáculos, teatros, cines, restoranes y comercios de todo tipo. A las 18.30, Linda Sassoon salía de un teatro donde había ido con sus dos hijos a ver una obra infantil. En el tumulto de gente, mientras esperaba un taxi, le abrieron la cartera y le robaron la billetera. "Era una cartera tipo bandolera, donde llevaba los pañales de la beba. No me di cuenta de nada. Recién supe que me habían robado cuando el taxi llegó a mi casa y yo no tenía cómo pagarle." Las calles céntricas se convierten casi en intransitables cuando las luces de las marquesinas se apagan hasta el otro día, y el Centro se tiñe de negro, vistiendo de sombras a cualquier silueta. "Cuando salgo del teatro tengo la precaución de llamar a un radiotaxi. Ya me pasó una vez de haber tomado uno al tuntún en Corrientes y Paraná, y en un semáforo se subieron dos tipos y me robaron. Por suerte, tuve que lamentar solamente plata", cuenta Néstor, un habitué de los espectáculos de la calle Corrientes. TRAMPA MORTAL Pero si los relatos de robos ya casi no conmueven a nadie, hay una categoría de delitos que no dejan fiel sin erizar: los que terminan con la muerte de la víctima, a veces sin siquiera oponer resistencia. 23 a 05.00 hs. Balvanera. Es el barrio donde se registra la mayor cantidad de denuncias por homicidio. Más precisamente, el 80 por ciento de estas denuncias está encuadrado en un área delimitada por Matheu, Hipólito Yrigoyen, Rincón y la avenida Belgrano. Por sus calles, en los alrededores el Spinetto Shopping, corre un raconto de historias que hielan la sangre. Como la del domingo 24 de febrero, durante el corso del carnaval, cuando degollaron a un hombre con el filo de una botella rota: llegaron cinco patrulleros cuando ya la sangre era un charco en la vereda. Y una semana antes habían matado a otra persona en la esquina de Estados Unidos y Pasco con un puntazo certero en el corazón. Los relatos, escalofriantes todos, parecen salidos de cuentos policiales. Pero son la realidad que se vive en este perímetro de la ciudad. Y eso, sin contar a los chinos del supermercado del barrio: "Los tienen de punto", se lamenta un vecino. "Ya les afanaron dos veces en un mes; en la última, les entraron dos tipos con itakas." Los policías que patrullan la zona confirman la estadística vecinal. ¿Causas? Varias. Hay galpones y depósitos abandonados; casas tomadas donde además de gente necesitada, hay otros que las usan de guaridas. Y también, las peleas entre las patotas que saltaron a los diarios: la banda de Balvanera se enfrenta con la banda de Congreso y queda el tendal. Roberto tiene su parada de diarios en Pichincha y Alsina desde 1991. Se enteró de que su colega de la otra cuadra recibió un golpe de caño para sacarle la plata del reparto. Fue unos domingos atrás, cuando el sol depuntaba. La zona, dicen, es tierra de nadie a las seis de la mañana. "La situación es bastante caótica en la madrugada. Hay patotas y cada vez que pasa algo, llamamos a la Policía. Pero lógicamente el canillita, estando solo la mañana, el miedo lo sufre. No hay policías que cubran la zona en cantidad suficiente para lo que aumentaron el robo, la droga y la vagancia", se embala Roberto. "El horario de reparto empieza a las cinco, pero aquí empezamos a las seis porque antes es tierra de nadie. A mi hija, cuando empezó, le robaron dos veces en la parada." Barracas al sur 4.00 a 6.30 hs. Osvaldo Cruz al 2900. María Coronel los escucha andar por su terraza. Cada paso, cada salto, intentando vulnerar alguna entrada de su casa en Barracas. No es la única que los escucha andar rondando las azoteas, pero es una de las pocas vecinas del barrio que los enfrenta. Una noche llegaba su vivienda y un chico se descolgaba de la terraza: "No se preocupe, doña, que no le llevo nada", le dijo. Ella lo encaró, el pibe salió corriendo. "Todas las noches, durante los últimos 15 días, intentaron entrar. Desde las 4 a las 6.30 los escuchás que andan por ahí. Se trepan por el árbol que hay en la puerta. Cando recién me mudé no tenía ninguna precaución y dejaba abierta la puerta que va de la cocina al patio. Entraron y se llevaron dinero y una campera. Ahora tomo mis recaudos", dice María. Pero no es lo único que pasa por Luzuriaga y Osvaldo Cruz. En el afán por robarse los caños de una casa deshabitada, los vecinos tuvieron que llamar a Defensa Civil porque el escape de gas provocado por los ladrones de plomo puso en riesgo a todo el vecindario. "Podríamos haber volado por el aire", remata María. Gastón de Izurco tiene un local de venta de comidas para perros en Iriarte y Perdriel. "¿Si tengo robos? Los ladrones entran más que yo a mi casa", ironiza. "La gente está atemorizada. Salimos a la calle, reclamamos, te ponen policías por un tiempo y después vuelve todo a la nada." REHEN EN CASA PROPIA Robos violentos. Estos son los que desvelan a los vecinos de Barracas. A mediados de febrero una familia que vive en Perdriel al 1300 sufrió un verdadero calvario cuando fueron tomados de rehenes, sufrieron simulacros de fusilamiento, golpes y torturas. Los ladrones habían interceptado a parte de la familia en Avellaneda, camino a casa. Y de ahí en más, todo fue un horror. Iban con un auto de apoyo, entre ellos se comunicaban por handy y una vez adentro de la casa de Barracas, revolvieron todo en busca de dinero, sometiendo a la familia a todo tipo de violencia. El botín de una noche de espanto ropa, zapatillas, cds, computadora, joyas, reproductores de dvd y controles remotos) fue cargado en la camioneta de la familia que estaba estacionada en la vereda. El barrio tampoco olvida el crimen de Ezequiel Milito, de 29 años, asesinado en marzo de 2006 cuando volvía de hacer las compras con su mujer y su pequeña beba, que tenía 3 meses. En la puerta de su casa, en California al 2800, Milito iba a abrir la puerta cuando tres ladrones los amenazaron con un arma. Acaso por defender a sus amores, Milito se resistió y le pegaron un balazo en el pecho. Murió en el acto. María Cerino vive en Luzuriaga e Iriarte, frente a un parque de tres manzanas y media que, dice, no puede disfrutar, a pesar de la arboleda que invita al descanso. Esta zona de Barracas está poblada de lindos chalets y casas bajas, que los vecinos ven devaluarse a causa de la inseguridad que reina en las calles. Y a pesar de la garita que, a fuerza de reclamos, la Policía instaló en una esquina, y de las rondas policiales que se acentuaron a partir de la toma de rehenes. Para los vecinos estas rondas son pura espuma. Y algún día, suponen, las calles se verán liberadas nuevamente de presencia policial. "No hay un día en que en esta zona no haya un asalto. Vivimos enrejados y atemorizados", dice María. Y apunta hacia la villa que queda a pocas cuadras de ahí: "Nadie pide represión sino que se haga algo, un plan coherente e integral, para que la gente no siga encerrada y atemorizada las veinticuatro horas. " El titular de la Fiscalía General de la Ciudad de Buenos Aires, Germán Garavano, trazó los primeros mapas de las contravenciones –disputas entre vecinos, casas tomadas, tenencia de armas– que se cometen en la Capital. "Nosotros empezamos con un trabajo que privilegia básicamente los métodos alternativos, como el servicio de mediación gratuita e inmediata y el asesoramiento por personal capacitado." Se puede tener una base gráfica digital de toda el área metropolitana –y también de todo el país – con el pulso, hora a hora, del delito. Se puede pedir el traspaso de la Policía a la Capital. Se la puede ceder. O no. Depende de los vaivenes políticos del momento. Lo cierto es que en el medio, el que sigue sin tener una respuesta es el ciudadano. [/QUOTE]
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