El director, productor, guionista y actor estadounidense, Blake Edwards, falleció este 16 de diciembre, a la edad de 88 años, según informe de Hanson & Schwam quienes eran sus representantes, a causa de complicaciones proporcionadas por una neumonía en el hospital de Brentwood, Santa Mónica, California.
Había ingresado a la clínica dos semanas atrás. La muerte llegó en el momento en que se encontraba con su segunda esposa Julie Andrews y otros miembros de la familia. Durante los dos últimos años estuvo confinado a una silla de ruedas debido a los problemas que tenía con sus rodillas.
Por su película “Days Of Wine And Roses” (“Días De Vino Y Rosas”, 1962), le valió ser nominado al Globo de Oro como Mejor Director.
En el año 2004, recibió un Oscar honorífico, como gratitud a su comportamiento artístico, la anhelada estatuilla demoró en llegar a sus manos por 40 años.
Fue designado a la Estatuilla de la Academia de Hollywood, al mejor guión adaptado por la película “Víctor Victoria” (1982).
En sus comienzos tuvo su acercamiento al cine desempeñándose como extra, luego escribió guiones para la radio y televisión y en 1942 incursionó en el cine como actor en la película “Ten Gentlemen From West Point” (“Diez Héroes De West Point”).
En su carrera cuenta con más de 70 películas, de ellas 30 fueron musicalizadas por su amigo y colega Henry Mancini. Entre sus cintas se destaca la saga de películas de “The Pink Panther” (“La Pantera Rosa”) y “Breakfast At Tiffany’s” (“Desayuno Con Diamantes”, 1961).
Biografia
William Blake McEdwards (Blackie) nació en Tulsa (Oklahoma), el 26 de julio de 1922 y murió ayer en Brentwood (California), a la edad de 88 años.
Cuando su madre contrajo segundas nupcias con Jack McEdwards, entró a formar parte de una familia con grandes lazos con el mundo del cine:
Su padastro, Jack McEdwards, fue asistente de dirección en 7 películas entre 1936 y 1957.
Su abuelo político (el padre de Jack McEdwards), James Gordon Edwards, fue un notable director, guionista y productor norteamericano durante el cine mudo. Era el principal supervisor de la Fox Film Corporation y hombre de confianza de William Fox hasta el momento de su muerte en 1925. Rodó como director 56 películas en una década, entre 1914 y 1924, en 23 de estas, con la mítica Theda Bara, primera mujer fatal de Hollywood y primera gran estrella femenina del cine de EEUU, como actriz principal. ("Salomé" de 1917, es un gran ejemplo).
En 1953, contrajo matrimonio con la actriz Patricia Walker, pero se divorciaron en 1967. Patricia no tuvo una gran carrera como actriz sólo trabajó en 7 películas y, tras su boda, abandonó la interpretación. Patricia nunca trabajo a las órdenes de Edwards, sólo trabajó con él en Marino al agua, donde era guionista, no director. Blakie y Pat tuvieron dos hijos Jennifer y Geoffrey Edwards. Jennifer ha trabajado con su padre en varias ocasiones ("Diagnóstico asesinato", "S.O.B.,...)
En 1969, dos años después de su divorcio, Blake Edwards contrajo matrimonio con Julie Andrews, con quien sigue casado. Edwards ha dirigido a su mujer en 7 ocasiones. Julie se había divorciado del productor Tony Walton también en 1967. De esta unión, Julie aportaba una hija Emma Walton. Julie y Blakie no han tenido hijos propios en común, pero adoptaron a dos niñas vietnamias Amy y Joanna Edwards.
Entre las anécdotas de su vida siempre se cita el hecho de que fue compañero de piso de Mickey Rooney.
Por último, tres de sus cuatro hijos están vinculados con el cine. También su hijastra, Emma Walton, y una de sus nieta Hannah Schneider (hija de Jennifer). Por ahora (2005), la filmografía de Hannah sólo cuenta con un título en el que aparece como atriz de reparto: Princesa por sorpresa 2 (The princess diaries 2: Royal engagement) de Garry Marshall. En esta película también intervienen la mujer de su abuelo, Julie Andrews, y su tía: Amy Edwards.
Él achacaba a la comedia, el género por el que Edwards que pasará a la historia del cine, el poder de mantener su salud mental en un mundo tan disparatado como el que describió en una de sus mejores y más corrosivas películas: La fiesta inolvidable, 1968, en la que hizo gala no solo de su don para el chiste fácil sino también para una mordaz crueldad gracias a ese patético, torpe y entrañable personaje interpretado por un explosivo Peter Sellers, actor al que dirigió en su serie de La pantera rosa y con quien mantuvo una relación de amor-odio que rozaba lo patológico. "No, Peter no era un excéntrico. Oía voces, hablaba con Dios, tenía conversaciones diarias con su madre, que estaba muerta. Eso es locura", señaló en una ocasión Edwards sobre el actor británico.
Si Sellers fue la histriónica máscara de sus mejores comedias, Audrey Hepburn fue el dulce rostro de su gran comedia romántica: Desayuno con diamantes (1961). Basada en la obra de Truman Capote, Edwards dulcificó el triste relato de aquella chica que se curaba de los malos días (los rojos, que en relato de Capote eran casi todos) fantaseando de madrugada frente al escaparate de la joyería Tiffany's. Si las piernas de Marilyn Monroe abiertas de par en par a las tripas del metro de Manhattan forman parte de la iconografía del cine, el melancólico arranque de Desayuno con diamantes en una despoblada Quinta Avenida, también.
Edwards llevó a su propio terreno un género que bebía tanto del slapstic como de Preston Sturges o Leo McCarey y que él consideraba infravalorado artísticamente (sólo logró un Oscar honorífico en 2004 y una candidatura al mejor guión en 1981 por Victor/Victoria).
Sus primerizas incursiones en el drama (Días de vino y rosas) o en el thriller (Chantaje contra una mujer) se vieron eclipsadas por la gabardinas del inspector Clouseau y el solitario gato de Holly Golightly. Aunque esos personajes lastraran su carrera también le salvaron del chaparrón de millonarios fracasos, como Darling Lili o La carrera del siglo, una película difícil de olvidar gracias a Peter Falk y Jack Lemmon pero que fue un fiasco económico. Y no olvidemos a Bo Derek y "10: La mujer perfecta"
Edwards, que fue actor en sus primeros años, se acabó casando en 1969 con su musa: la actriz Julie Andrews, cuya bondadosa sonrisa le acompañó hasta el miércoles.
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