La Feria de “La Salada” y el fantasma de la droga
“Los que estaban en medio de los incidentes son “transas” de la droga”. Así empezó la entrevista a Jorge Castillo, el cerebro de “La Salada”, la feria más grande de latinoamérica. La frase de uno de los administradores del predio Punta Mogotes, conocido por todos como “La Salada”, no es casual. El rumor siempre sobrevoló. Es más el 22 de septiembre de 2008 un cargamento de droga fue encontrada en Salta por un valor aproximado de 200 mil dólares. Tenía como destino el centro comercial de Lomas de Zamora.
La Aduana secuestró más de 20 kilos de cocaína en Orán, Salta. La droga iba escondida en encomiendas con ropa que tenían por destino la feria “La Salada” y otros centros comerciales de Rosario y Córdoba.
Castillo tiene 52 años y hace 40 que vive en la zona de Ingeniero Budge. La supuesta pelea entre “carreros” y “puesteros” lo puso otra vez en escena. Durante la charla arroja frases que resuenan por sus implicancias: ” Yo quise sacar a varios pibes de acá (carreros) de la droga y vinieron de la sedronar a pedirme plata”… “Los transas quieren vender acá”… “Tengo miedo que muera alguien”.
Para castillo la pelea de fondo es otra. No hay enfrentamientos entre puesteros y carreros sino que todo obedece a grupos que intentan manejar la feria. Entre ellos acusa a los administradores del Urkupiña, otra feria que esta al lado del predio. “Y lo voy a demostrar, lo van a ver en los medios, que son ellos los que están poniendo droga para que los pibitos estén haciendo todo este lío. Y no son chicos de acá porque, habrá 10 carreros nada más.
La denuncia de Castillo no es menor, desde hace tiempo que en “La Salada” no se habla de otra cosa. Este periodista que escribe recuerda incluso haber participado hace años de allanamientos donde en la zona de la ribera, no en el predio de Punta Mogote, pero si en las calles donde los puesteros truchos encontraron varias habitaciones donde menores en estado de semi esclavitud, eran obligadas a mantener sexo con los clientes que de paso iban a comprar al lugar.
En “La Salada” uno puede encontrar lo que imagine. La industria conformada a su alrededor mueve 9 millones de dólares por semana. Cada puesto paga unos 400 pesos por día. La mitad de lo que allí se vende es falsificado: Ropa trucha, marcas copiadas a los largo de unos 15.000 puestos que visitan unas 50.000 personas los fines de semana.
De un lado esta la feria de Castillo, un predio que tiene 36 cámaras de seguridad y donde se defienden diciendo que alli todo es legal y que pagan sus impuestos, del otro lado el descontrol. Los vecinos del sector, uno de los más pobres del conurbano, también quisieron participar y se adueñaron de los terrenos de enfrente de sus casas para instalar puestos sobre la ribera y explotarlos comercialmente (los alquilan por $40). Hoy, unos 5.000 puestos armados con maderas, cañas o chapas ocupan unas 15 cuadras a la vera del riachuelo.
Así se vive en “La Salada”. Varios “tours” de compradores llegan los miércoles, sábados y domingos a saciar esas ganas de comprar más barato. El enfrentamiento no es nuevo, pero esta vez un ejército de civiles armados con cuchillos, gomeras y pistolas terminó muy mal. Hubo tres heridos y la contienda escribirá otro capítulo en cualquier momento.
Castillo, el “capo” de “La Salada” termina la charla con una advertencia: “Tengo miedo que termine mal. Ellos muestran armas. Nadie va a querer tirar, yo no creo que lleguen hasta esa locura, pero la droga te hace hacer cualquier cosa”. De nuevo “La Salada” es noticia, ya no por ser allanada por el ex funcionario, Santiago Montoya. Ni tampoco porque el candidato Alfonso Prat Gay la nombró como una verdadera salida de la crisis. Esta vez en “La Salada” se habla de droga y violencia. ¿Alguna autoridad hará algo?
“Los que estaban en medio de los incidentes son “transas” de la droga”. Así empezó la entrevista a Jorge Castillo, el cerebro de “La Salada”, la feria más grande de latinoamérica. La frase de uno de los administradores del predio Punta Mogotes, conocido por todos como “La Salada”, no es casual. El rumor siempre sobrevoló. Es más el 22 de septiembre de 2008 un cargamento de droga fue encontrada en Salta por un valor aproximado de 200 mil dólares. Tenía como destino el centro comercial de Lomas de Zamora.
La Aduana secuestró más de 20 kilos de cocaína en Orán, Salta. La droga iba escondida en encomiendas con ropa que tenían por destino la feria “La Salada” y otros centros comerciales de Rosario y Córdoba.
Castillo tiene 52 años y hace 40 que vive en la zona de Ingeniero Budge. La supuesta pelea entre “carreros” y “puesteros” lo puso otra vez en escena. Durante la charla arroja frases que resuenan por sus implicancias: ” Yo quise sacar a varios pibes de acá (carreros) de la droga y vinieron de la sedronar a pedirme plata”… “Los transas quieren vender acá”… “Tengo miedo que muera alguien”.
Para castillo la pelea de fondo es otra. No hay enfrentamientos entre puesteros y carreros sino que todo obedece a grupos que intentan manejar la feria. Entre ellos acusa a los administradores del Urkupiña, otra feria que esta al lado del predio. “Y lo voy a demostrar, lo van a ver en los medios, que son ellos los que están poniendo droga para que los pibitos estén haciendo todo este lío. Y no son chicos de acá porque, habrá 10 carreros nada más.
La denuncia de Castillo no es menor, desde hace tiempo que en “La Salada” no se habla de otra cosa. Este periodista que escribe recuerda incluso haber participado hace años de allanamientos donde en la zona de la ribera, no en el predio de Punta Mogote, pero si en las calles donde los puesteros truchos encontraron varias habitaciones donde menores en estado de semi esclavitud, eran obligadas a mantener sexo con los clientes que de paso iban a comprar al lugar.
En “La Salada” uno puede encontrar lo que imagine. La industria conformada a su alrededor mueve 9 millones de dólares por semana. Cada puesto paga unos 400 pesos por día. La mitad de lo que allí se vende es falsificado: Ropa trucha, marcas copiadas a los largo de unos 15.000 puestos que visitan unas 50.000 personas los fines de semana.
De un lado esta la feria de Castillo, un predio que tiene 36 cámaras de seguridad y donde se defienden diciendo que alli todo es legal y que pagan sus impuestos, del otro lado el descontrol. Los vecinos del sector, uno de los más pobres del conurbano, también quisieron participar y se adueñaron de los terrenos de enfrente de sus casas para instalar puestos sobre la ribera y explotarlos comercialmente (los alquilan por $40). Hoy, unos 5.000 puestos armados con maderas, cañas o chapas ocupan unas 15 cuadras a la vera del riachuelo.
Así se vive en “La Salada”. Varios “tours” de compradores llegan los miércoles, sábados y domingos a saciar esas ganas de comprar más barato. El enfrentamiento no es nuevo, pero esta vez un ejército de civiles armados con cuchillos, gomeras y pistolas terminó muy mal. Hubo tres heridos y la contienda escribirá otro capítulo en cualquier momento.
Castillo, el “capo” de “La Salada” termina la charla con una advertencia: “Tengo miedo que termine mal. Ellos muestran armas. Nadie va a querer tirar, yo no creo que lleguen hasta esa locura, pero la droga te hace hacer cualquier cosa”. De nuevo “La Salada” es noticia, ya no por ser allanada por el ex funcionario, Santiago Montoya. Ni tampoco porque el candidato Alfonso Prat Gay la nombró como una verdadera salida de la crisis. Esta vez en “La Salada” se habla de droga y violencia. ¿Alguna autoridad hará algo?