Origen de los nombres de las Facturas
Arriba, un detalle de una ilustración que, en recuerdo de los panaderos argentinos anarquistas del siglo XIX y a pedido de una revista, dibujó hace poco el dibujante brasileño Natalino Formiga; abajo, una foto de aquellos tiempos: militantes de la Sociedad Cosmopolita de Resistencia y Colocación de Obreros Panaderos.
La historia es antigua y entrañable. Sobre todo porque, para cualquier argentino, resulta un modo inesperado de adjudicarle un sentido muy diferente a frases absolutamente cotidianas y casi inconscientes que uno dice cuando entra a cualquier panadería, tales como: “Dos vigilantes, tres cañoncitos de dulce de leche y una bola de fraile, por favor” o “¿Me agrega uno de esos sacramentos con dulce de membrillo?”.
La verdad es que, si uno se pone a pensar en el verdadero sentido de las palabras, resulta más que extraño acompañar el té con leche o el mate con pasteles y dulces llamados vigilantes, cañoncitos, sacramentos, bombas, bolas de fraile o suspiros de monja.
Pero existe un porqué, y tiene que ver con el anarquismo argentino de finales del siglo XIX, nada menos.
Panaderos antisistema
El 18 de julio de 1887, en Buenos Aires y gracias a la iniciativa del anarquista italiano Ettore Mattei, se creó la primera institución de la resistencia argentina: la Sociedad Cosmopolita de Resistencia y Colocación de Obreros Panaderos. Uno de los grandes teóricos del anarquismo moderno, su compatriota Errico Malatesta (que vivió en la Argentina entre 1885 y 1889), fue el encargado de redactar sus estatutos. Esa sociedad, que entre 1894 y 1930 editó sin pausas el periódico El Obrero Panadero, fue la responsable de bautizar, con toda la ironía del mundo, las distintas variedades de facturas (masas horneadas) que todavía hoy, 120 años después, son moneda corriente en todas las panaderías de barrio.
Así, en “homenaje” a la Iglesia empezaron a vender sacramentos y bolas de fraile, que también pueden llamarse suspiros de monja (justo es reconocer que este es su nombre popular: en general, las panaderías las ofrecen como “berlinesas”); en recuerdo irónico de los militares, bombas y cañoncitos (rellenos de dulce de leche o crema pastelera); y como burla a la policía, vigilantes.
Que otro nombre estaría bueno para una Factura ? Se podrían aggiornar los nombres en base al nuevo armamento ! :lol:
Arriba, un detalle de una ilustración que, en recuerdo de los panaderos argentinos anarquistas del siglo XIX y a pedido de una revista, dibujó hace poco el dibujante brasileño Natalino Formiga; abajo, una foto de aquellos tiempos: militantes de la Sociedad Cosmopolita de Resistencia y Colocación de Obreros Panaderos.
La historia es antigua y entrañable. Sobre todo porque, para cualquier argentino, resulta un modo inesperado de adjudicarle un sentido muy diferente a frases absolutamente cotidianas y casi inconscientes que uno dice cuando entra a cualquier panadería, tales como: “Dos vigilantes, tres cañoncitos de dulce de leche y una bola de fraile, por favor” o “¿Me agrega uno de esos sacramentos con dulce de membrillo?”.
La verdad es que, si uno se pone a pensar en el verdadero sentido de las palabras, resulta más que extraño acompañar el té con leche o el mate con pasteles y dulces llamados vigilantes, cañoncitos, sacramentos, bombas, bolas de fraile o suspiros de monja.
Pero existe un porqué, y tiene que ver con el anarquismo argentino de finales del siglo XIX, nada menos.
Panaderos antisistema
El 18 de julio de 1887, en Buenos Aires y gracias a la iniciativa del anarquista italiano Ettore Mattei, se creó la primera institución de la resistencia argentina: la Sociedad Cosmopolita de Resistencia y Colocación de Obreros Panaderos. Uno de los grandes teóricos del anarquismo moderno, su compatriota Errico Malatesta (que vivió en la Argentina entre 1885 y 1889), fue el encargado de redactar sus estatutos. Esa sociedad, que entre 1894 y 1930 editó sin pausas el periódico El Obrero Panadero, fue la responsable de bautizar, con toda la ironía del mundo, las distintas variedades de facturas (masas horneadas) que todavía hoy, 120 años después, son moneda corriente en todas las panaderías de barrio.
Así, en “homenaje” a la Iglesia empezaron a vender sacramentos y bolas de fraile, que también pueden llamarse suspiros de monja (justo es reconocer que este es su nombre popular: en general, las panaderías las ofrecen como “berlinesas”); en recuerdo irónico de los militares, bombas y cañoncitos (rellenos de dulce de leche o crema pastelera); y como burla a la policía, vigilantes.
Que otro nombre estaría bueno para una Factura ? Se podrían aggiornar los nombres en base al nuevo armamento ! :lol: