"Si lo tuviera que volver a hacer, lo haría"

Sebasg1973

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Un verdadero Heroe

"Nos devolviste a nuestro hijo. Me voy a ir de este mundo y te voy a seguir agradeciendo", le decía, en un conmovedor encuentro del que LA NACION fue testigo, Pedro Galeano a José Luis Medrano, el héroe que el lunes salvó a su hijo al empujar una camioneta detenida sobre las vías para evitar que fuera arrollada por un tren en el partido de Tigre.

Pedro y su esposa, María, necesitaban conocer al hombre que arriesgó su vida, gracias al cual resultó ileso Lucas, el chico de 17 años que tomó la camioneta Fiorino del padre sin autorización y que, por inexperiencia o impericia del joven, quedó atascada sobre las vías de ferrocarril.

"Queríamos conocerte, queríamos agradecerte", pronunciaron entre lágrimas los padres mientras miraban, abrazaban y tocaban a José Luis, quien repetía que "lo volvería a hacer".
Este hombre, de 33 años, casado y con tres hijos, todavía no podía creer lo que estaba viviendo desde que se vistió de héroe. Desde que su salvataje se dio a conocer en los medios, al difundirse una filmación del dramático momento, no pudo dormir. Entre el trabajo en el bar de su hermana, el Trébol de Pacheco, y las entrevistas que tuvo durante el día, confesó que no tuvo tiempo de tranquilidad para procesar este momento de fama.

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Para él, el lunes se trataba de una simple anécdota. Sin embargo, anteayer, cuando apareció en los medios, todo cambió. "No me siento un héroe, pero me siento bien. Yo pensé que todo esto iba a quedar ahí no más, pero después se vio en la tele, aparecieron los canales y ahora me sigue llamando la gente", cuenta.
"Muchos me dijeron que ellos no lo hubieran hecho ni locos. En ese momento, no pensé en nada, se me nubló la vista y la mente", recuerda "Chegüí", quien ahora cambió su apodo por "el Superhéroe".

"Por suerte la historia se puede contar. Era mi día de franco y volvía con un amigo del santuario del Gauchito Gil, al que le pedí por mi familia. Cuando llegamos al paso a nivel teníamos una camioneta delante que quiso cruzar las vías y se quedó. El muchacho que estaba conmigo gritaba: ?¡Mirá!´ y yo no entendía. Cuando miré al costado, vi el tren. Fue en ese momento cuando reaccioné. Sin decir nada, me bajé de la moto y fui directamente a empujar la Fiorino. No me daba el tiempo de seguir para delante, tenía el tiempo exacto para volver para atrás", narró a LA NACION José Luis, quien terminó del otro lado de la camioneta, justo cuando el tren pasaba.

En ese momento Medrano no pensó ni en su vida, ni en su hijo de apenas 16 días, ni en sus hijas, Maia, de 2, y Maite, de 6, ni en su familia, ni en su tobillo con esguince. Sólo festejó con su compañero, se subió a la moto y se fue sin ni siquiera conocer al muchacho por el cual había arriesgado su vida. "Por lo menos no pasó nada, ya está", le decía al amigo que lo acompañaba, quien, entre festejos, no paraba de retarlo por el riesgo.

"No pensé en nada"
"Me salió algo de alegría porque hice algo bueno, pero mientras empujaba no pensé nada de nada, se me nubló la vista y la mente. Por suerte salió bien, no nos pasó nada a ninguno de los dos. Si lo tuviera que volver a hacer, lo haría", confiesa.
 
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