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Tras los pasos de King (III)


Lo primero que me pasó por la cabeza el 11 de noviembre, cuando              sonó el despertador a las 2:30 AM (luego de dormir menos de              dos horas de las últimas veinticuatro) fue “Baltimore              y el evento de firmas se pueden ir a la…” (ya saben              donde). Obviamente, luego de unos segundos con la cabeza completamente              embotada, nos terminamos levantando y reuniéndonos Oscar, Sylvia,              Fede y yo en el lobby del hotel.


Nos              subimos al auto y, con la ruta completamente vacía, iniciamos              el camino hacia el supermercado Walmart ubicado en Dundalk,              Baltimore. Y si bien llevábamos buen tiempo, nadie había              logrado darnos un estimativo de cuanta gente podía haber haciendo              fila a las 6:00 AM en la puerta del supermercado. Se sabía              que King iba a firmar 400 ejemplares (lo que los organizadores calculaban              que iba a llegar a firmar en el término de dos horas) y, si              sobraba tiempo y estaba de buen humor, quizás algunos más.              Pero debo confesar que tenía un mínimo miedo a que ya              hubiese cuatro cuadras de cola en el supermercado.


Quizás ayudó el clima (había lluvias intermitentes),              quizás nunca se esperó mucha gente a la madrugada, pero              el hecho es que llegamos aproximadamente a las 6:00 AM y, nomás              estacionar, vimos que no debía haber más de 100 personas              en la fila. Nos pusimos en la misma, bajo una muy molesta llovizna,              sabiendo que nos esperaban, al menos, tres horas en fila hasta que              repartieran las pulseras que aseguraban un ejemplar firmado. Pero              nos faltó recordar que, mal que a veces pese, estábamos              en el primer mundo. Y si el sentido común dice que no podés              dejar a una multitud esperando bajo la lluvia durante tres horas,              bueno… a las 7:15 AM apareció el encargado del supermercado              avisando que estaban esperando las pulseras para ya entregarlas lo              antes posible (calculaban para las 8:00 AM), para que la gente no              tenga que estar mojándose en la fila.


           Y en una muestra de excelente voluntad y trato (como la que tuvimos              por parte de todo el personal involucrado en el evento), para las              7:50 AM ya habían repartido las pulseras (“88”              era mi número), abierto las puertas del supermercado y permitido              a la gente acceder de a grupos para comprar el libro. Todo esto siempre              con una organización impecable y un respeto ejemplar en la              fila (nada de colados, gente guardando lugares, reventa, etc.)

          

A pesar de haber sido el primero de los cuatro en ingresar al supermercado,              terminé siendo el último en salir (me quedé comprándome              Up en BluRay, la cual había sido lanzada a la venta esa              semana y costaba menos de 20 dólares… es imposible no              subirte al vagón de consumo del país). Y nomás              salir me topo con que un periódico (el Baltimore Post)              les estaba haciendo una nota a Oscar, Sylvia y Fede. Apenas unas horas              después, una foto de ellos podía verse en la edición              online del periódico.

          

A pocos metros del cronista del periódico estaba una camioneta              de Fox. El cronista me escuchó hablar en castellano              y se me acercó, preguntándome de donde éramos.              El diálogo fue más o menos así:


            -¿De dónde son?

          

-Argentina

          

-¿Y vinieron especialmente de Argentina para este evento              o estaban por acá?

          

-Vinimos especialmente para este evento.

          

-Ok. ¿podemos hacerte una entrevista?

          

-Si, no hay problema

          

-Mirá que es en vivo.

          

-No hay problema.

          

Así… tal cual lo transcribo, nos entrevistó              Fox en vivo para el noticiero de la mañana. Me tomaron              los datos y comenzó la nota con la introducción del              cronista diciendo que se había confundido, que no había              gente de todo el país para el evento de firmas, sino gente              de todo el mundo. Luego de una entrevista de aproximadamente 2 minutos,              quedamos libres de compromisos hasta las 16 hs, hora en que había              que regresar a Walmart para el evento (hace unos pocos días              conseguí una copia de la transmisión de ese día,              así que espero poder publicar algunas fotos en el próximo              número de esta crónica).


Aprovechamos el tiempo muerto en el medio para pasear              un rato. Quienes hayan leído mi crónica del anterior              viaje a EEUU, recordarán que ya había estado en Baltimore              y que era una ciudad santa de mi devoción. Pero de cualquier              manera no iba a perder la oportunidad de ir a visitar la tumba del              gran Edgar Allan Poe nuevamente. El clima era ideal para sus historias…



Desde allí partimos hacia la casa del fallecido              autor, mas la zona es bastante peligrosa y el hecho de que tuviésemos              las valijas de Oscar y Sylvia en el auto fue motivo suficiente para              ni detenernos en la puerta. Terminamos dando vueltas y almorzando              en un Burger King, donde el trajín y horas sin dormir              me llevaron a tirarme en el auto un rato. A las 15 hs me despertaron              y volvimos a Walmart para el gran evento.



Por supuesto no fuimos los únicos en llegar              una hora antes, mas una vez más vimos lo innecesario que es              llegar antes a un evento cuando todo está bien organizado.              Los lugares ya estaban determinados por el número en la pulsera,              por lo que esperamos aproximadamente unas dos horas en la fila hasta              que nos hicieron pasar a un patio central armado especialmente para              el evento (previo recordatorio de las reglas a seguir). Preparamos              las cámaras (las fotos estaban autorizadas pero sin flash)              y, a las 17:45 (casi una hora y cuarto antes de la hora programada)              King apareció en el escenario. Saludó a todos, se dirigió              hacia el público y le firmó su ejemplar a una señora              mayor para que no tuviese que esperar parada durante todo el evento.              Luego volvió al escenario, contó algunas de las novedades              mencionadas en el evento de la noche anterior y accedió a contestar              preguntas.

           En ese momento, en un ambiente mucho menos formal              que el de la noche anterior, levanté la mano. Luego de dos              preguntas (y probablemente debido a mi gloriosa camiseta de Racing),              King me señaló. “¿Veremos algún              otro libro de Bachman?”, le pregunté. “Bueno,              está muerto”, me dijo, “pero cada tanto              alguien encuentra una obra nueva en algún desván”.              Desde abril que venía pensando que le preguntaría si              tuviese la oportunidad… y la pregunta se me termina ocurriendo              30 segundos antes de que King me señale.




Hubo lugar para dos preguntas más luego de              la mía. Luego Steve tomó asiento y la fila comenzó              a moverse… muy rápido. Cada uno en la misma entregaba              el libro abierto a un asistente, quien se lo pasaba a otro asistente,              quien a su vez lo entregaba a King. El autor lo firmaba, intercambiaba              algún comentario con el lector, le daba la mano, y fuera del              escenario. Todo este proceso permitía aproximadamente 4 libros              firmados por minuto, y escasos segundos para tomar una buena foto              con el autor.


Cuando llega mi turno y quedo delante de Stephen              King lo saludo, (responde de muy buen talante. Se notaba que King              estaba de muy buen humor) y luego de un bloqueo momentáneo              le digo “Vine de Argentina especialmente para este evento”.              King levanta la vista, me mira y me dice “Oh. Si. ¡Escuche              sobre vos!”. Me firma el libro, me lo tiende, me dice              “¡Gracias! ¡Que lo disfrutes!”, le estrecho              la mano, lo saludo, y me voy del escenario (si… me dijo “Gracias”.              ¡No somos dignos!). Apenas salgo me doy vuelta y le saco la              foto a Fede (no pude sacar muchas más debido a que uno de los              muchachos de seguridad me pedía que salga del escenario). Menos              de un minuto después, los cuatro estábamos en un pasillo              del supermercado, con el libro firmado, viendo las fotos que habíamos              podido sacar. Y comprobamos que no había importado la estrategia              que habíamos armado para poder tener una buena toma. Todo había              sido demasiado rápido y, lamentablemente, no me había              quedado una buena foto con Stephen King. La que parecía ser              la foto perfecta… tuvo un inesperado movimiento por parte de              un organizador y quedó parcialmente bloqueada, como pueden              ver. Pero a pesar de esto… fue el momento más fuerte              del viaje. Así que dio lugar a otro retrato: la foto de las              tres manos que habían estrechado la del escritor quedó              inmortalizada aquí:




Y esta hubiese sido la foto perfecta…



Salimos del evento y fuimos hacia el hotel que Oscar              y Sylvia habían reservado. Este era el momento en que nos separábamos.              Ellos al día siguiente volarían a Bangor, para luego              viajar a Florida y participar del evento que iba a tener lugar en              Sarasota. Nosotros volvíamos a Nueva York para encontrarnos              con Mark Stutzman al día siguiente y volar a Denver, Colorado,              el viernes 13, donde nos esperaba un viaje de una hora que nos dejaría              en el Stanley Hotel, o como lo conocemos los fans de King: El Overlook              Hotel.

           Nos despedimos de Oscar y Sylvia (con la promesa de volver a encontrarnos              en el próximo evento de firmas de King, sea donde sea), con              quienes fue realmente un gustazo compartir todos esos días,              nos subimos al auto y volvimos a Nueva Jersey (con más sueño              que nunca y hablando todo el tiempo para no quedarnos dormidos en              pleno viaje).

           Llegamos al hotel, bajamos nuestras cosas (el conteo de ejemplares              de Under the Dome en mi caso ya definía que tenía              que comprar otra valija urgente) y empezamos a organizar los días              que nos quedaban. Cuando chequeamos e-mails vimos que nos habían              escrito del Baltimore Post para publicar una nota con nosotros              (la cual lamentablemente no se pudo hacer, debido a que vimos el e-mail              demasiado tarde). Aproveché para escribirle a mi amiga en la              editorial, contándole del evento y preguntando si sabía              por qué King había dicho que sabía sobre mi.              A la mañana siguiente recibo la noticia de que mientras el              autor estuvo en la editorial, le contaron que había venido              yo especialmente desde Argentina para el evento.

           El jueves 12 fue nuestro último día completo en Nueva              York. Aprovechamos para averiguar donde dejar los equipajes, pasar              nuevamente por la librería Strand (y comprar más              libros, obvio), terminando el día tomando unas cervezas con              Mark Stutzman y parte del equipo de artistas de Simon & Schuster:



Esa noche me despedí de Nueva York (solo volvería              el día 15 para tomarme el subte hacia el aeropuerto), con la              promesa (otra vez) de volver apenas pueda.


Volvimos al hotel, armamos el equipaje de mano y              nos fuimos a dormir. Al día siguiente nos esperaba el ambiente              de The Shining, pero ya saben que voy a decir ahora, así              que nos vemos en marzo.

           ¡Hasta la próxima!


           PD: La idea inicial de esta crónica eran tres partes:              Artistas – Eventos King – The Shining. Por cuestiones              de espacio fue haciéndose cada vez más extensa, mas              mi parte de la crónica terminará el mes que viene. En              abril tendrá lugar la visión de Fede, quien pasó              unos días más en EEUU. Y luego publicaremos la crónica              de Oscar a partir del momento en que nos separamos en Baltimore. Recuerden              que visitó Bangor, fue a otro evento del autor (en Florida)              y tuvo dos encuentros que no tienen desperdicio, pero no vamos a adelantar              nada. Habrá que esperar.


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