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Tras los pasos de King (IV)


Hay un dicho popular harto conocido que dice “Viernes 13,              no te cases ni te embarques”. Bueno, primero agradezco              no ser un tipo supersticioso. Y segundo: ¿Qué mejor              manera de desafiar la superstición que volando hacia el hotel              de The Shining, un día 13, con el vuelo demorado debido              a una tormenta de nieve en Denver y al congelamiento de las alas del              avión en Nueva York?. Así comenzó nuestra última              etapa del viaje.


Si              bien la hora inicial del vuelo era antes de las 16 hs, debido al mal              clima terminamos viajando dos horas más tarde, por lo que llegamos              a Denver cerca de las 22:30 hs. Fuimos a buscar el auto alquilado              y nos topamos con que tenía encima una capa de 30 cm de nieve.              Esperábamos tener un fin de semana con nieve, así que              comenzábamos con un buen presagio.

           La ruta a Estes Park (el pueblo donde está el hotel Stanley)              es completamente calma y desierta, con los últimos 30 km rodeados              por bosques y lagos. Llegamos al pueblo poco después de la              1:30 hs de la mañana, y nos topamos con un lugar muy parecido              a Villa La Angostura, con casas de madera, un centro muy chico con              lugares de productos regionales, y restos de nieve en los costados              de la calle. Fue aquí donde nos topamos con la primera sorpresa,              y es que el hotel no está alejado de todo como uno lo vio en              la miniserie del '97, sino que está a dos cuadras de distancia              de una de las calles principales.

           Entramos al hotel (completamente en silencio) e hicimos el check              in. Nos dieron la tarjeta de la habitación (era la 326. La              217 es la suite presidencial y NO estaba disponible, a pesar de nuestra              insistencia) y, luego de dejar las valijas, nos fuimos a hacer un              rápido tour por el hotel, siendo la primera parada, obviamente,              la puerta de la habitación 217.


Luego de una vuelta en silencio por todos los pisos (no éramos              los únicos paseando, ya que había más gente sacándose              fotos en la 217) dejamos para el día siguiente la recorrida              exhaustiva, la cual tuvo lugar apenas nos levantamos al día              siguiente. Y al rato nomás personalmente comprobé por              qué King puede escribir en los lugares donde lo hace: ¡porque              no hay otra cosa para hacer! Estes Park es hermoso, pero más              que pasear, no hay muchas otras cosas para hacer. Así y todo,              es un lugar increíble. Y como el dicho dice que más              vale una imagen que cien palabras, acá hay algunas fotos del              lugar:



La vista a la salida del hotel



La vista del hotel desde la entrada del camino al mismo


A las 14 hs contratamos el Ghost Tour, el cual es un recorrido por              varios lugares del hotel con sus diferentes historias de fantasmas.              Y si bien es un hecho que todo aquel que vaya al hotel va a contratarlo              (sale U$S 15), les recomiendo que no lo hagan y que se gasten ese              dinero en cualquier cosa que quieran. El tour es bastante… mmm…              ¿cómo decirlo?... es un tour bastante tonto. No aporta              absolutamente ningún dato nuevo (de hecho, tuve que corregir              al guía respecto a un par de datos incorrectos sobre Stephen              King, ganándome una dudosa mirada de “cerrá la              boca” por parte de él), te hacen pasear por los diferentes              pisos del hotel, contando historias bastante aburridas, y… no              te hacen entrar en la habitación 217 (que era la razón              por la cual lo contratamos).

            Lo bueno del tour es que tuvimos acceso a una parte donde se guarda              una réplica del hotel en tamaño escala (fabricada para              la miniserie) y un mural con fotos del rodaje y otras cosas).



Una vez concluido pudimos ver que estaba comenzando a nevar, por              lo que nos fuimos a recorrer el pueblo, aprovechando la parada obligatoria              en la cervecería Estes Park Brewery. Por supuesto le pifiamos              varias veces, terminando en un camino sin salida donde nos topamos              con unos cuantos ciervos.


En el año 97, la cervecería lanzó a la venta              dos cervezas con etiquetas de The Shining. Una de ellas es              relativamente fácil de conseguir, pero la otra (llamada “The              Shining Ale”) llevaba años tratando de rastrearla.              Nomás entrar, en la cervecería tenían ambas,              así que nos llevamos un pack cada uno. Completamos la compra              en el lugar con algunas remeras y etiquetas clásicas.

           Cuando salimos de la cervecería, nos topamos con que los poquitos              copos de nieve que caían ya eran una nevada pesada.



Luego continuamos dando vueltas por el pueblo, entrando en los pocos              locales que aún estaban abiertos. A la hora nomás, manejar              ya se había tornado complicado, debido a que el auto patinaba              demasiado. Volvimos al hotel (eran poco más de las 18 hs y              ya era completamente de noche), por lo que volvimos a dar vueltas              por el hotel.


Esta es la sala de música


 la habitación 217


A pesar de tratar de cenar en el hotel, el comedor tenía hasta              2 hs de demora debido a la cantidad de gente, por lo que fuimos, como              siempre, a un McDonalds. Terminamos en la habitación viendo              el canal 237, el cual pasa en continuado la adaptación de Kubrick              de The Shining.

           El día siguiente nos tuvimos que levantar a las 6:00 AM, ya              que nuestro vuelo a Nueva York tenía lugar a las 9:00 AM. Aprovechamos              para sacarnos un par de fotos más (nos faltaba una en el salón              McGregor, donde King ofició como director de orquesta en su              cameo en Stephen King’s The Shining), nos subimos al              auto y partimos para el aeropuerto (llegamos a tomar el vuelo demasiado              justos de tiempo, y no pude pasar las cervezas llenas de The Shining,              por lo que tuve que vaciarlas antes de pasarlas).


El frente del hotel a las 6 AM


La última foto del Stanley Hotel


Y así concluyó el viaje. Volvimos a Nueva York, llegamos              al hotel justo para agarrar las valijas y volver al aeropuerto, esperando              las 10 hs que faltaban para mi vuelo. Habían pasado solo ocho              días desde mi llegada a EEUU desde Argentina, pero habían              sucedido cosas como si llevase meses en la gran Manzana.

           Como habrán visto a lo largo de toda la crónica, no              me puedo quejar por como se dieron las cosas: fui (¡nuevamente!)              a la casa de Michael Whelan; conocí a Mark Stutzman; lo vi              a Stephen King en vivo tres veces; le hice una pregunta; le di la              mano; me firmó un ejemplar delante mío; me dijo que              había escuchado sobre mi; me hospedé en el hotel Stanley;              conocí a Oscar Sendín y a Sylvia, quienes, junto con              Fede, hicieron que el viaje sea perfecto. ¡Y hasta me entrevistaron              en vivo para Fox!

           ¡Un viaje insuperable! Solo espero poder igualarlo la próxima              vez que haya un evento de firmas.


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