Malvinas: España dice que la UE no debe intervenir en la crisis

-david-

modmeister
Malvinas: España dice que la UE no debe intervenir en la crisis
Como encargado temporario del bloque, considera que el problema es "bilateral"

España considera que la crisis que atraviesan la Argentina y Gran Bretaña por la exploración de petróleo por parte del Reino Unido en jurisdicción de las islas Malvinas es un asunto "bilateral y no entre regiones", por lo que desaconseja la intervención de la Unión Europea.

Así lo dejaron trascender ayer fuentes del gobierno español, a cargo durante este primer semestre de la presidencia de la Unión Europea, a la agencia EFE.

De acuerdo con la información divulgada en Madrid por fuentes del gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, "el caso de las Malvinas no es una cuestión europea, sino del Reino Unido" y enumeró otras discrepancias por cuestiones de soberanía, como el de Gibraltar, entre España y el Reino Unido.

Más allá de la tajante postura, desde el gobierno español se dejó traslucir la comprensión de la actitud argentina de haber reclamado a la comunidad internacional el respaldo para la reivindicación de la soberanía del archipiélago austral, que ya enfrentó a ambos países en una guerra, en 1982.

Aunque España considera que la Unión Europea no debe inmiscuirse en los problemas "bilaterales" que pueda tener un miembro de esa asociación con otro extracomunitario, hizo hincapié en que en las cumbres iberoamericanas su gobierno ha apoyado las declaraciones en las que se hacen llamados a Gran Bretaña y a la Argentina para que reanuden las negociaciones sobre el estatus de las islas Malvinas, teniendo en cuenta las resoluciones que sobre la cuestión ha dado las Naciones Unidas.

La postura de España, en su carácter de presidente temporario de la Unión Europea, no deja de ser para el gobierno de Cristina Kirchner un escollo en su reclamo de respaldo de parte de la comunidad internacional, desde que hace pocas semanas se tuvo la confirmación de que una plataforma marítima iba a explotar petróleo en aguas del archipiélago.


Respaldo en México

Desde que se inició la nueva escalada de tensión con Gran Bretaña, el gobierno argentino cosechó el respaldo de buena parte de la región latinoamericana. En México, hace pocos días, la presidenta Cristina Kirchner logró una declaración de apoyo del Grupo Río.

Anteayer, desde Mar del Plata, la Presidenta calificó el respaldo regional de un "acto de autodefensa". Buena parte de América latina, reunida en la Cumbre de Playa del Carmen, respaldó el reclamo argentino sobre el archipiélago austral, siempre en el marco del diálogo y la negociación pacífica.

De visita en Mar del Plata, para asistir a la revista naval por la Regata del Bicentenario, la presidenta de Chile, Michelle Bachelet, también avaló el reclamo argentino e instó a las partes a encontrar una solución "pacífica y definitiva" a este conflicto más que centenario.

Gran Bretaña ocupa las islas Malvinas desde 1833 y sólo perdió su control durante las semanas que duró la guerra con la Argentina, en 1982, durante la cual murieron 650 militares argentinos, entre oficiales, suboficiales y soldados conscriptos y 155 británicos.

Malvinas: España dice que la UE no debe intervenir en la crisis - lanacion.com
 

Coyotesonico

Administrador
mas claro imposible ... no queda otra que otra que la union latinoamericana para poder defendernos de alguna manera ... pareciera que ya no estamos tan solo, epero que siga asi .. aunque tambien hay aires de algunos de querer dividirnos ... yo creo que del gobierno español no se puede esperar otra cosa ... seguimos siendo colonia y va a costar mucho despegarnos, sino esimposible.
 

punk77

Admin ®
Fijense en un mapa donde queda Gibraltar y España, saquen conclusiones respecto a Malvinas.

si no los sacan de ahí...

repito la idea de otro post:

"La filosofía del todo o nada siempre termina en nada para el más débil"

Es la postura que reclama discutir ya soberanía. Otra opción es negociar sobre los recursos.

Hay dos posiciones sobre Malvinas. La primera, llamémosla tradicional o solamente juridicista, reclama discutir soberanía, ya, ahora, desde el principio mismo de cualquier negociación. La segunda, realista o pragmática, advierte que Gran Bretaña se niega a siquiera hablar de soberanía y propone que, dejando debidamente salvaguardados nuestros derechos, al menos no perdamos, también, algún acceso a los recursos que contienen los territorios bajo disputa.

Para unos, los recursos no se discutirán hasta que primero se reconozca la soberanía argentina. Resultado, los ingleses se quedan con todo: el territorio y los recursos. Para los otros, la mejor esperanza de que algún día recuperemos las islas pasa por iniciar un largo camino de cooperación en lugar de hostilidad y, ante el hecho consumado de que los británicos se disponen a explotar los recursos, comencemos por negociar alguna participación en esos beneficios.

Fue en ese marco que, bajo un paraguas de soberanía, para 1995 se firmaron acuerdos en torno a la eventual explotación de, básicamente, petróleo y pesca, con provechoso reparto en este último rubro y poco o ninguno en el otro, porque recién ahora la tecnología y el precio parecen animar a la Corona a iniciarla en la práctica. Pero nada obtendremos, porque en 2007, unilateralmente, sin intentar previamente aunque sea renegociar los acuerdos, Argentina los denunció, retornando, con ese solo acto, a la vieja política del todo o nada. Gol de Inglaterra.

Es que ya se sabe, cuando dos países disputan algo y la relación de fuerzas es muy despareja, la filosofía del todo o nada siempre termina en nada para el más débil de los dos.

Por esa vía, Argentina ha enhebrado una larga colección de frustraciones. Nos opusimos a Itaipú y, para cuando Naciones Unidas finalmente se pronunció, Itaipú estaba terminada. Resultado: no impedimos la represa supuestamente (falsamente) peligrosa y en cambio sí perjudicamos la relación con Brasil, retrasando al Mercosur por lo menos una década. No aprendimos nada, porque cuando Uruguay comenzó a levantar la planta de Botnia, corrimos a un tribunal jurídico que todavía no se pronunció y la pastera ya está terminada y funcionando. Y, claro está, el caso líder de Malvinas, en que llevamos ciento setenta y cuatro años sin negociar nada porque solo nos contentaríamos con todo.

Es el frustrante tic de una concepción de la política exterior que, eternos campeones morales, siempre apunta a quedarnos con la razón aunque otros se queden con las islas, las represas o las pasteras. Y en el futuro, quizá con todo nuestro Sector Antártico.

En Gibraltar, España e Inglaterra que, igual que nosotros, comenzaron una etapa de entendimiento cuando aquella recuperó su democracia, se encuentran abocados al diseño de una administración acordada, con miras a que la evolución del mundo y de las cosas permita llegar al día en que se pueda discutir la soberanía.

Es muy probable que Argentina tenga todo el derecho a tomar las medidas policiales ya anunciadas sobre barcos y aviones de y hacia las islas, pero todos sabemos que ello no afectará demasiado al evidente proyecto británico: autonomía política y autosuficiencia económica de las islas. En la discusión política no entramos, y del control coordinado de los recursos nos fuimos voluntariamente al denunciar los acuerdos. En las islas deben estar celebrando.

Más que estas medidas poco trascendentes, a los argentinos nos gustaría mucho más que nuestro propio país concierte con Petrobrás, PDVSA, empresas y capitales sudamericanos, incluyendo, por qué no, chilenos, la explotación petrolera en nuestras aguas indisputadas, comprendidas o no en la cuenca de Malvinas, para contestar a los ingleses como se merecen y, por sobre todo, para ir formando conciencia y equipos del Cono Sur acerca de un conflicto mucho mayor que el de Malvinas, en que todos nos veremos afectados, que es la suerte que correrán territorios y recursos en el entero Atlántico Sur de aquí a poco tiempo histórico, cuando el Tratado Antártico fenezca o se flexibilice.

Si los argentinos nunca pudimos solos contra Inglaterra por las Malvinas ¿Qué chances podríamos tener, solos otra vez, al discutir con ellos por un trozo de la Antártida? Urge concertar una política de Estado sobre Malvinas que comience por la comprensión de este campo de juego más abarcarte y por la insoslayable necesidad de conformar un bloque de interesas y de emprendimientos prácticos con nuestros vecinos, en el que al caballo lo pongamos, esta vez, delante del carro.
"La filosofía del todo o nada siempre termina en nada para el más débil"
 
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