En el guardapolvo blanco de millones de chicos argentinos, de todos los niveles, está la fuerza, de arriba hacia debajo, de una ley. La ley que obligó a los chicos que vayan a la escuela y aprendan una historia, hablen una lengua, juren a una bandera y canten un himno. Desde su casa, desde su rancho, desde los toldos, atravesando el monte, la montaña, cruzando el río, a caballo, en bicicleta, cada uno fue a la escuela. Pero bajo ese guardapolvo blanco, también se guardaron otras lenguas, banderas, himnos, otras historias. En muchos chicos, la nacionalidad tiene su antecedente en el silencio, en algo que debieron callar, en el aprendizaje de un idioma nuevo, en palabras distintas a las de su familia.
Hoy conmemoramos el Día del Respeto a la Diversidad Cultural. Antes llamado Día de la Raza. Este cambio de denominación se cimentó en el entendimiento de que la división de la humanidad en “razas” carece absolutamente de validez científica, lo que constituye hoy una concepción político-social errónea y peyorativa; por lo tanto, su utilización sólo favorece reivindicaciones racistas.
El Plan Nacional Contra la Discriminación estableció, entre sus prerrogativas, que el 12 de octubre sea un “día de reflexión histórica y diálogo intercultural”. Esto supone dejar atrás la conmemoración de la conquista de América y el proceso de “homogeneización cultural” que sólo valoró la cultura europea, para dar paso al análisis y a la valoración de la inmensa variedad de culturas que los pueblos indígenas y afrodescendientes han aportado y aportan a la construcción de nuestra identidad.
El 12 de octubre de 1492, Cristóbal Colón arribó al continente que seria llamado más tarde América. La llegada de los europeos marcó el inicio de la formación de las actuales sociedades americanas y por eso la fecha es recordada en todos los países del continente. A partir de los viajes de Colon comenzaron las exploraciones en la región y pronto empezó su conquista através de la fuerza.
Lo consiguieron aprovechando la sorpresa que generó su llegada, usando a su favor los conflictos entre los indígenas, y en algunos lugares por un fenómeno inesperado: los europeos trajeron enfermedades que causaron miles de bajas entre poblaciones que no tenían anticuerpos contra ellas.
Con esas conquistas los españoles obtuvieron mucho oro y dominaron a bastas poblaciones, a las que hicieron trabajar para ellos. Avanzaron buscando lo mismo hacia otros territorios americanos y así se internaron en lo que hoy es Argentina. En estas tierras existía una enorme diversidad de pueblos.
La conquista de lo que hoy es Argentina fue lenta y complicada para los españoles, debido a que no en pocos casos, encontraron una fuerte resistencia indígena y porque hubo conflictos entre los mismos españoles. Sin embargo la resistencia indígena se mantuvo por mucho tiempo, en particular en los valles calchaquíes durante 130 años.
Debido a estas rebeliones los españoles decidieron desnaturalizar a las poblaciones rebeldes. Desnatularizar significa sacarlos de su natural, de su lugar de origen y trasladarlos cerca de las ciudades españolas, donde podían controlarlos mejor y podían lograr que ellos trabajaran para las ciudades y para los pobladores. Entre las muchas desnaturalizaciones que hubo la más recordada por su brutalidad, fue la de los Quilmes. Éstos fueron desnaturalizados en 1664 y su proceso de traslado desde su lugar de origen en Tucumán hasta Buenos Aires, fue muy penoso, ya que llegan a Buenos Aires solo unas 750 personas aproximadamente.
La amplia región del Chaco, el sur de las pampas y toda la Patagonia estuvieron en poder de distintos grupos indígenas hasta mucho después del fin del dominio español en América. Esos pueblos tuvieron períodos de fuertes enfrentamientos con la sociedad hispano-criolla pero también comerciaron mucho con ella y los contactos amistosos fueron frecuentes.
Los intercambios culturales en todo el territorio americano, si bien eran desiguales, no eran unilaterales. Los españoles impusieron mucho a los indígenas, por ejemplo, la religión. Pero también Europa adoptó muchas pautas y toponimias indígenas que de alguna manera hacen que no solamente los indígenas ya no son como en tiempos de la conquista, sino que tampoco los europeos son como lo eran entonces.
En el territorio bajo domino español se fue formando una nueva sociedad: la sociedad colonial. La sociedad colonial inicial, es una sociedad de prebendas, de concesiones, de mercedes. La encomienda es una de ellas. Es el otorgamiento por parte de una autoridad a un conquistador, de un número determinado de indios para que se haga cargo de su tributo, que puede ser en dinero, en especie o en trabajo.
El tributo en dinero o en especie obliga a la comunidad a organizarse en un trabajo colectivo para producir en conjunto esos bienes que tienen que ser entregados al Estado o al encomendero. En cambio, cuando el tributo es en servicio personal, es individualmente cada persona la que tiene que ir a tributar y eso también acrecienta la dispersión y rupturas, de las comunidades.
En 1810 comenzó en el Río de la Plata la Revolución que dio fin al dominio español. A pesar de que algunos de los revolucionarios como Mariano Moreno favorecían la inclusión de los indígenas, la mayor parte de los dirigentes de esos años y del resto del siglo XIX no compartía esa mirada.
De hecho la construcción de la identidad argentina se hizo oponiéndose a dos de sus raíces: la herencia española y la herencia indígena. La primera se suponía atrasada e inmóvil, a diferencia del ejemplo que las elites rioplatenses encontraban en Francia e Inglaterra. La herencia de los indígenas ya oprimidos no fue pensada como parte de la nueva comunidad nacional. Por otro lado, los indígenas no sometidos del sur y del chaco fueron considerados salvajes a los que había que eliminar. Si bien hubo unas pocas figuras que propusieron integrar a esos grupos, se impuso la mirada bélica.
En 1879, el recién constituido ejército nacional, lanzó una campaña contra los indígenas del sur a los que derrotó en la llamada Conquista del Desierto. Los grupos vencidos fueron desarraigados y separados, lo que llevó a una importante disminución de la población india. Algo similar ocurrió en 1884 cuando el ejército incorporó, a la fuerza, el territorio del Chaco.
La negación de la importancia del componente indígena en la configuración de la sociedad argentina se hizo corriente y fue parte de su ideario colectivo hasta hace muy pocos años.
El 12 de octubre es una oportunidad para reflexionar sobre nuestra identidad y cómo se construye una identidad. Poder pensar que las identidades no son cuestiones meramente heredadas, que nuestro rol en relación con la identidad no es solo transmitirla, sino fundamentalmente construirlas y reconstruirlas continuamente. En definitiva es pensar que la identidad no es una cuestión del pasado, sino que el pasado, en todo caso, es una cantera donde construir proyectos a futuro.
Lo que tenemos que preguntarnos es en qué tipo de nación queremos vivir, si en una nación en donde se supone que algunos son mejores que otros, en una nación basada en que para ser iguales todos tenemos que tener la misma religión, lengua o etnia. O si podemos pensar en un principio en donde la identidad es más un proyecto político destinado a pensar en la sociedad del futuro que queremos vivir.
Llamar pueblos originarios a los que antes se denominó indios, no cambia su realidad automáticamente. Indios fueron llamados en el largo proceso de su conquista y hoy, más amablemente, son llamados originarios. Pero en ese cambio de palabras hay una migración de ideas que llevará su tiempo. Nuestra nacionalidad supo negar a esos pueblos preexistentes y eso significó su silencio, guardar una lengua, callar una historia familiar, preservar en secreto su propio origen étnico.
Las leyes cambian, las palabras también. Hoy ponemos el oído en ese silencio antiguo, resistente, defensivo. Quizás hay que esperar y seguir esperando para un verdadero encuentro cultural. Quizás haya que hacer un poco de silencio también.
Hoy conmemoramos el Día del Respeto a la Diversidad Cultural. Antes llamado Día de la Raza. Este cambio de denominación se cimentó en el entendimiento de que la división de la humanidad en “razas” carece absolutamente de validez científica, lo que constituye hoy una concepción político-social errónea y peyorativa; por lo tanto, su utilización sólo favorece reivindicaciones racistas.
El Plan Nacional Contra la Discriminación estableció, entre sus prerrogativas, que el 12 de octubre sea un “día de reflexión histórica y diálogo intercultural”. Esto supone dejar atrás la conmemoración de la conquista de América y el proceso de “homogeneización cultural” que sólo valoró la cultura europea, para dar paso al análisis y a la valoración de la inmensa variedad de culturas que los pueblos indígenas y afrodescendientes han aportado y aportan a la construcción de nuestra identidad.
El 12 de octubre de 1492, Cristóbal Colón arribó al continente que seria llamado más tarde América. La llegada de los europeos marcó el inicio de la formación de las actuales sociedades americanas y por eso la fecha es recordada en todos los países del continente. A partir de los viajes de Colon comenzaron las exploraciones en la región y pronto empezó su conquista através de la fuerza.
Lo consiguieron aprovechando la sorpresa que generó su llegada, usando a su favor los conflictos entre los indígenas, y en algunos lugares por un fenómeno inesperado: los europeos trajeron enfermedades que causaron miles de bajas entre poblaciones que no tenían anticuerpos contra ellas.
Con esas conquistas los españoles obtuvieron mucho oro y dominaron a bastas poblaciones, a las que hicieron trabajar para ellos. Avanzaron buscando lo mismo hacia otros territorios americanos y así se internaron en lo que hoy es Argentina. En estas tierras existía una enorme diversidad de pueblos.
La conquista de lo que hoy es Argentina fue lenta y complicada para los españoles, debido a que no en pocos casos, encontraron una fuerte resistencia indígena y porque hubo conflictos entre los mismos españoles. Sin embargo la resistencia indígena se mantuvo por mucho tiempo, en particular en los valles calchaquíes durante 130 años.
Debido a estas rebeliones los españoles decidieron desnaturalizar a las poblaciones rebeldes. Desnatularizar significa sacarlos de su natural, de su lugar de origen y trasladarlos cerca de las ciudades españolas, donde podían controlarlos mejor y podían lograr que ellos trabajaran para las ciudades y para los pobladores. Entre las muchas desnaturalizaciones que hubo la más recordada por su brutalidad, fue la de los Quilmes. Éstos fueron desnaturalizados en 1664 y su proceso de traslado desde su lugar de origen en Tucumán hasta Buenos Aires, fue muy penoso, ya que llegan a Buenos Aires solo unas 750 personas aproximadamente.
La amplia región del Chaco, el sur de las pampas y toda la Patagonia estuvieron en poder de distintos grupos indígenas hasta mucho después del fin del dominio español en América. Esos pueblos tuvieron períodos de fuertes enfrentamientos con la sociedad hispano-criolla pero también comerciaron mucho con ella y los contactos amistosos fueron frecuentes.
Los intercambios culturales en todo el territorio americano, si bien eran desiguales, no eran unilaterales. Los españoles impusieron mucho a los indígenas, por ejemplo, la religión. Pero también Europa adoptó muchas pautas y toponimias indígenas que de alguna manera hacen que no solamente los indígenas ya no son como en tiempos de la conquista, sino que tampoco los europeos son como lo eran entonces.
En el territorio bajo domino español se fue formando una nueva sociedad: la sociedad colonial. La sociedad colonial inicial, es una sociedad de prebendas, de concesiones, de mercedes. La encomienda es una de ellas. Es el otorgamiento por parte de una autoridad a un conquistador, de un número determinado de indios para que se haga cargo de su tributo, que puede ser en dinero, en especie o en trabajo.
El tributo en dinero o en especie obliga a la comunidad a organizarse en un trabajo colectivo para producir en conjunto esos bienes que tienen que ser entregados al Estado o al encomendero. En cambio, cuando el tributo es en servicio personal, es individualmente cada persona la que tiene que ir a tributar y eso también acrecienta la dispersión y rupturas, de las comunidades.
En 1810 comenzó en el Río de la Plata la Revolución que dio fin al dominio español. A pesar de que algunos de los revolucionarios como Mariano Moreno favorecían la inclusión de los indígenas, la mayor parte de los dirigentes de esos años y del resto del siglo XIX no compartía esa mirada.
De hecho la construcción de la identidad argentina se hizo oponiéndose a dos de sus raíces: la herencia española y la herencia indígena. La primera se suponía atrasada e inmóvil, a diferencia del ejemplo que las elites rioplatenses encontraban en Francia e Inglaterra. La herencia de los indígenas ya oprimidos no fue pensada como parte de la nueva comunidad nacional. Por otro lado, los indígenas no sometidos del sur y del chaco fueron considerados salvajes a los que había que eliminar. Si bien hubo unas pocas figuras que propusieron integrar a esos grupos, se impuso la mirada bélica.
En 1879, el recién constituido ejército nacional, lanzó una campaña contra los indígenas del sur a los que derrotó en la llamada Conquista del Desierto. Los grupos vencidos fueron desarraigados y separados, lo que llevó a una importante disminución de la población india. Algo similar ocurrió en 1884 cuando el ejército incorporó, a la fuerza, el territorio del Chaco.
La negación de la importancia del componente indígena en la configuración de la sociedad argentina se hizo corriente y fue parte de su ideario colectivo hasta hace muy pocos años.
El 12 de octubre es una oportunidad para reflexionar sobre nuestra identidad y cómo se construye una identidad. Poder pensar que las identidades no son cuestiones meramente heredadas, que nuestro rol en relación con la identidad no es solo transmitirla, sino fundamentalmente construirlas y reconstruirlas continuamente. En definitiva es pensar que la identidad no es una cuestión del pasado, sino que el pasado, en todo caso, es una cantera donde construir proyectos a futuro.
Lo que tenemos que preguntarnos es en qué tipo de nación queremos vivir, si en una nación en donde se supone que algunos son mejores que otros, en una nación basada en que para ser iguales todos tenemos que tener la misma religión, lengua o etnia. O si podemos pensar en un principio en donde la identidad es más un proyecto político destinado a pensar en la sociedad del futuro que queremos vivir.
Llamar pueblos originarios a los que antes se denominó indios, no cambia su realidad automáticamente. Indios fueron llamados en el largo proceso de su conquista y hoy, más amablemente, son llamados originarios. Pero en ese cambio de palabras hay una migración de ideas que llevará su tiempo. Nuestra nacionalidad supo negar a esos pueblos preexistentes y eso significó su silencio, guardar una lengua, callar una historia familiar, preservar en secreto su propio origen étnico.
Las leyes cambian, las palabras también. Hoy ponemos el oído en ese silencio antiguo, resistente, defensivo. Quizás hay que esperar y seguir esperando para un verdadero encuentro cultural. Quizás haya que hacer un poco de silencio también.